🧩Pieza uno - Parte 1: Pŭzel, koĭto e strashen🧩

32 8 17
                                    

"Callahan no es un apellido, es sinónimo de poder. Y cuando tal rompecabezas existe ¿Sería prudente no temer?"

Hay algo que me caracteriza como la persona cerrada que soy: Tengo una cierta incertidumbre a conocer personas. No es porque no me agrade la gente o no me vea capaz de hablar con ellos. Solo es este sentimiento de nunca saber que esperar y yo odio no saber cosas aunque sé que es parte de cada ser humano. Digo, si supieramos todo no estaríamos en constante evolución a traves de los siglos. Por eso estando aquí parada en una de las alas de la academia en medio de los dos pasillos que van hacia los dormitorios de mi casa siento esa incertidumbre. Me siento bastante ridícula, es decir tengo como pasatiempo uno de las actividades que las personas consideran mas estresantes y yo considero estresante esto. Es simplemente irónico.

Despues de la presentación nos dieron la libertad de recorrer la Academia o ir directo a instalarnos. Vante y yo elegimos la primera opción, así que pasamos un buen rato observando las instalaciones hasta que decidimos ir a nuestras habitaciones a acomodar lo que faltaba.

Como es normal en los internados los dormitorios estan divididos por areas femeninas y masculinas asi que mi habitación no podia quedar junto a él. Aunque no dudo que si nuestros padres pudieran lo habrian hecho ya que "casualmente" entre muchas comillas quedamos en la misma casa porque no me extrañaría que movieran hilos para que sucediera. Un juguetero millonario y una autora bestseller pueden mover bastantes de hecho.

Veo la entrada a los dormitorios femeninos. Hay una bandera azul con el logo de la casa Athenas: una medusa. Asi que decidida me pongo firme y atravieso la entrada.

Recorro el camino topandome con varias chicas como yo buscando donde van a vivir el resto del año, hasta que encuentro mi dormitorio: La habitación 30. La puerta es de color azul con el número grabado en tono plata. Saco mi llave y la introduzco en la cerradura hasta que escucho un clic.

Cuando entro sonrío ante lo que veo. Es una habitación grande y mis cosas están tan perfectamente acomodadas cómo las dejé. Mi armario, tocador y cama azul con detalles plateados se ven tan gloriosos cómo cuando los compré. ¿Qué puedo decir? Soy una chica con gustos algo exquisitos.

Cierro la puerta tras de mi y me acerco a sentarme en la cama. Es bastante cómoda. Recorro los ojos ante la falta de decoración. Del toque Alex. Ya habrá tiempo para decorar y ordenar como se debe.

A los chicos de segundo y tercer año nos dan habitaciones para nosotros solos, lo cual es algo bueno para mí. Me gusta mi privacidad.

Saco mi celular y reviso mis notificaciones no leídas. Tengo varios de Vante que por lo poco que veo me está molestando. Voy a responderle pero me detengo al ver la llamada perdida de un contacto.

Viejo Daemon.

Suspiro. Cierto que me dijo que lo llamara cuando llegara a las habitaciones. No puedo negarme a las órdenes del jefe después de todo. Así que marco su número. Espero unos segundos escuchando el repique cuando me contestan

-Al fin, te dignas a hablarme, pequeña ingrata -dice Daemon a través del celular. Ruedo los ojos ante lo que dice. Me pierdo dos horas y ya está lloriqueando. Que novedad.

-Viejo, relájate. Te van a salir más canas de las que tienes.

-¡Yo no tengo canas! ¿Qué te pasa? -niega rotundamente lo cual hace que me ría.

Rivalex: La última pieza [Pausado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora