tal vez...

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La música sonaba lejana, las copas chocar y el sonido abrumador de besos y caricias hacía eco en sus oídos.

El alcohol consumido en su sistema le mareaba. Estaba tan perdido que nunca sintió las frías y esqueléticas manos que le rodeaban. El frío que lo abrazaba y el vaho caliente que le quemaba parte de la piel de su cuello.

Y como un sueño, su mente lo atacó de recuerdos, un hombre vestido de negro y malditamente hermoso se hacía paso hacía el. Con la ruidosa música de fondo y los cuerpos calientes a su alrededor.

Le había pedido una pieza y él gustoso acepto tal cosa, sin pensarlo, sin saberlo.
Sus ojos, tan brillantes, tan muertos y tan azules, le quemaban las entrañas. Su piel se erizó al sentir la caliente mano en su espalda, un contraste con su frío cuerpo pegado al propio.

Sus cuerpos envueltos en pulcros trajes de gala, enredados entre sí y meciéndose al compás de la fina melodía entonada.

La pequeña cruz situada al lado de las grandes puertas de madera comenzó a girarse tan lentamente y justo cuando paró, las llamas ardientes e impotentes comenzaron a inundar el salón, la fina melodía se transformó en un chirrido agudo, acompañado con pequeñas, casi inexistentes notas de un violín, el sonido hermoso pero aterrador retumbaba en cada pared, en cada esquina, haciendo una danza tan delicada y tenebrosa con aquel fuego abrazador.

El hombre lo sostenía, seguían bailando, con llamas a su alrededor, gritos y melodías desgarrantes de fondo. No podía parar ni apartarse.

De un momento a otro, el lugar eran cenizas y él estaba en un cuarto de paredes rojizas. El hombre había desaparecido y en su lugar, había una bella paloma blanca.

Y entonces, las grandes puertas de acero fueron abiertas, una ráfaga helada inundó el calor de la habitación, el bello hombre se encontraba ahí.

-bienvenido de vuelta al infierno, cariño- su lenta sonrisa ladeada inundó su rostro y pronto recordó.

Su mente viajó de nuevo al bar, al cuerpo que seguía pegado al suyo.
Justo como en sus recuerdos, el crucifijo de un hombre a su izquierda, comenzó a brillar en rojo intenso, el portador de este sobresaltado al sentir el objeto quemar en su cuello, el lugar era cada vez más sofocante. la cruz plata decorativa al lado del la entrada del bar se giro, lento, tan lento como las llamas empezando a formarse.

Su rostro reveló una sonrisa siniestra, mostrando hoyuelos en ella, y el hombre a su espalda besando sus revoltosos cabellos también sonrió.

Se habían encontrado de nuevo, después de siglos, como cada vez.

Devil || lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora