XXXIV. Dulzura

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XXXIV. Dulzura

              Mis ojos se abrieron encontrándose con completa oscuridad, fruncí el ceño confundida preguntándome qué hora era, sentía que había dormido muchísimo ya

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Mis ojos se abrieron encontrándose con completa oscuridad, fruncí el ceño confundida preguntándome qué hora era, sentía que había dormido muchísimo ya. Intenté recostarme sobre mi espalda pero fallé cuando choque con un pecho firme y fue entonces que caí en cuenta del brazo que estaba sobre mi. Harry. Sonreí sintiendo las mariposas despertar en mi interior, y sin poder evitarlo me acurruque más contra él para sentir su calor mientras escuchaba su tranquila respiración. El gusto me duro poco ya que la pantalla se iluminó en mi celular y me estiré para tomarlo con curiosidad, era una notificación de Gmail con alguna promoción que no me interesaba, en cambio lo que me sorprendió fue ver la hora; tan solo pasaba de las 2 de la mañana. ¡Que rico!

Harry se removió detrás de mi y el brazo que tenía encima me apretó más a él, su respiración chocaba directamente en mi nuca y de repente, ya no tenía sueño. Nada. Nadita. Ni un poco. Mi respiración se empezó a acelerar con la anticipación de lo que estaba pensando hacer. Mierda. Malditas hormonas.

        Me lo pensé unos segundos, insegura, pero a quién engañaba si me moría de ganas. 

Llevé mi mano al costado de Harry, acariciándolo apenas con las yemas de mis dedos desde su pierna cubierta por la sabana hasta un poco más arriba del elástico de su bóxer. Hice lo mismo sobre el brazo que me rodeaba intentando despertarlo, estuve así por un par de segundos, picándolo e intentado moverme; ya estaba empezando a creer que mi plan fracasaría cuando al pegar más mi trasero hacia su entrepierna lo sentí despertar,  y el brazo que me rodeaba salió disparado para sujetar mi cadera con fuerza cuando volvía a moverme contra él.

—Ya he despertado, ¿ahora qué?

Su voz completamente ronca me sobresalto y me quede unos segundos quieta hasta que gire mi rostro para mirarlo. Apenas podía distinguir los rasgos de su hermosa cara en la oscuridad pero pude sentir claramente la intensidad de su mirada acompañada de una sonrisa curiosa. Mi respiración se aceleró cuando acerco su nariz a mi cuello y con ella empezó a acariciar mi piel, dejando besos lentos, subiendo hasta detrás de mi oreja. Cuando sentí su lengua en mi mandíbula no pude resistirme más, giré mi rostro para besarlo. 

       Y joder.

       Nuestros labios se encontraron, se acariciaban lento, pero marcado, su lengua y la mía chocaban en los besos mojados más calientes de mi vida. Estaba cachondisima. Harry había entendido perfectamente mi razón para despertarlo, aunque no es que no haya sido obvio la verdad. Su mano en mi cadera aumentó su agarre al momento en que pegó sus caderas contra mi haciéndome saber lo bien que había entendido. Sonreí entre el beso y tomé su labio inferior entre mis dientes para jalarlo, provocando un gruñido de lo más sexy en él.

El Donante | hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora