Febrero 2023

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En medio de una calle mal descuidada y rota, en medio de la noche. Un sujeto se iba a agarrar a pelear conmigo y lo consiguió, sus intentos por probar mi ira dio sus frutos. Terminé aplicándole una llave, dónde lo inmovilizada con mis piernas al rededor de las suyas y sujetando mi bazo derecho cruzando por su cuello.

Estando en el suelo, con su mano libre tomó un pequeño trozo de metal oxidado, y con todas sus fuerzas hirió mi mano derecha, con la que lo sujetaba. El ardor de la herida se expandía rápidamente mientras la sangre fluía, acompañado de un dolor que se colaba hasta el hueso y a lo largo del brazo.

Una amiga fue en mi búsqueda, pero no era cualquier amiga. Era Victoria. Mi mejor amiga. Estábamos solas.

¿Todos se habían alejado de mi, o tal vez, yo me alejé de todos?

Como fuera, ella fue la única que se quedó y me acompañó. Pasamos por un callejón con feas paredes, para terminar en el inicio de una calle pública bastante bonita, con dos panaderías en las esquinas, una frente a la otra. Victoria se acercó a pedir algo para comer, mientras yo conversaba con la chica que nos atendía. 

Aparentemente la casa quedaba cerca, pues me dijo que se iría primero mientras yo terminaba, cuando la seguí, me di cuenta que ya conocía ese lugar, a pesar de lo ajeno que se sentía, una suprema calidez y extrañes me invadían.

Era la casa del viñedo de mis abuelos, seguía siendo de noche y aquella chica de la tienda con la que hable había entrado a la casa de mi abuelo como si viviera ahí, y se fue a duchar.

Junto con mi hermano más pequeño, el de 5 años, observamos aquel lugar bajo el nocturno y oscuro cielo sin luna llena. Girando sobre mis pasos, y de la mano de mi hermanito, íbamos a encontrarnos con Victoria.

Era como saber que al cruzar el borde de la casa, ella iba a estar ahí.

Pero el motor de una moto tras de mi me detuvo.

Una moto negra y muy elegante se detuvo a 5 metros de mí. Un señor alto, algo canoso, con chaqueta de cuero y cuerpo musculoso se bajó de ahí. Quitándose el casco me preguntó por mi mamá. Con desconfianza le di una respuesta negativa. Pues ahí no estaba. Luego, prosiguió preguntando por la chica de la panadería que se estaba duchando.

- Ella lo atenderá en un rato - Le dije empezando a caminar con mi hermanito por donde íbamos originalmente. Ese señor tenia un estilo maravilloso, pero odio que la gente entre en casa de otros como perro por su casa, y eso fue lo que hizo este señor, es desagradable.

- Pequeña ¿Me dices los nombre de los otros? 

Hacia referencia a mis abuelos y mi familia, no estoy segura del como, pero presentí que sería eso. Di un paso lento hacia atrás. 

- No puedo hacer eso, no se quien eres ni de donde vienes

- Está bien, pasemos - Dijo adentrándose a la casa de mis abuelos. Las paredes turquesas seguían igual, y el hueco donde mi abuelo guardas sus tesoros y objetos de pasado seguía ahí. - Por lo menos dime, cuantos son, o escríbelo - Arrastró una hoja sobre la mesa del comedor. Dejándola sobre mí.

En mi mente empecé a Disociar un poco, los nervios eran pocos, pero los sentía. ¿Debería decirle? 

Escribí un 8

Éramos 7 personas

Me giré con mi hermanito para alejarnos de ahí prontamente cuando...

Desperté.



*Fin del Sueño*

Mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora