𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

49 6 5
                                    

No les llevó mucho tiempo encontrarlo. Jin intentó ser lo más silencioso posible, pero no era el sonido lo que los atraía directo hacia él, sino su olor. Olía a hierro, calor, sangre espesa y pegajosa que bombeaban sus músculos carnosos y sus flexibles arterias. Su cálido cuerpo vivo, olía a una nueva caja caliente de donas azucaradas siendo llevadas a través de una comisaría abarrotada de policías. El aroma era irresistible y la brisa arrastraba el aroma durante kilómetros.

Solo había estado corriendo durante diez minutos, cuando escuchó un gemido. Se congeló instantáneamente. Sus ojos estaban abiertos sin ver. Estaba simplemente demasiado oscuro como para que los ojos humanos pudieran ver algo. Un instante después, pudo ver un destello rojo de zombi reflejándose en él. Pero no era solo dos. Sino seis. Un grito estalló más allá de sus cuerdas vocales dañadas y murió como un gemido en la parte de atrás de su garganta.

Uno de ellos rechinó los dientes. Podía oír las mandíbulas huesudas haciendo “clac” al masticar, entonces los ojos rojos se tambalearon hacia él. Corrió al árbol más cercano. Trepó por las afiladas ramas astilladas tan rápido que sus manos desnudas fueron destrozadas por las ramas y astillas afiladas. Nunca había trepado desnudo a un árbol antes y la corteza frotó como papel de lija en su suave piel. Las astillas se incrustaron en la carne, mientras se arrastraba trepando el árbol.

Los zombis se quejaron al ver desaparecer su comida. Escaló el árbol, luchando a través de las frondosas ramas. Resbalando, sollozando y temblando, subió más alto. Sus manos estaban manchadas de sangre y resina, también llevaba cortezas y astillas.

Se agarró a otra rama y se partió bajo su peso. Cayó hacia atrás, agarrándose y deslizándose, sus muslos desnudos arañándose, sus manos estaban muy resbaladizas y cayó hacia el grupo de hambrientos. Su torso se estrelló contra una gruesa rama cerca de la parte baja, sonando un fuerte “crack” que terminó por romper sus últimas costillas sanas. El dolor era demasiado intenso, demasiado abrumador para procesarlo y el niño con todas sus fuerzas se aferró a la extremidad contra la que se había estrellado. El mundo estaba girando, el árbol estaba girando, la extremidad crujía peligrosamente bajo su peso y su pulmón derecho perforado se estaba llenado rápidamente de sangre. Una mano helada se cerró alrededor de su tobillo y comenzó a tirar de él, hacia abajo del árbol.

El instinto de un animal empeñado en sobrevivir se abrió paso desde el interior del niño y envolvió sus brazos alrededor de la rama, aferrándose fuertemente a ella, mientras débilmente pateaba al Kyonshi. Un segundo Kyonshi se apoderó de su otra pierna, y comenzó a tirar de ella para comerse su carne. Lo empujó hacia atrás y el Kyonshi se volvió con más fuerza. Sintió que algo dentro de la pierna se rompía cuando el Kyonshi se la retorció. Sollozó, pero el pobre niño no podía luchar contra los dos. Simplemente no era lo suficientemente fuerte.

Uno de los que le sujetaba los tobillos hundió sus afilados dientes profundamente en la carne de su pierna. El veneno de su mordida ardió en sus músculos y su corazón se rompió por la desesperación. Incluso si vivía toda la noche, era demasiado tarde para él. Se convertiría en uno de ellos. Era solo cuestión de tiempo.

La rústica madera se clavó en el interior de la piel de sus brazos, cuando estaba inexorablemente en manos de la muerte. La sal de sus lágrimas quemaba en los arañazos de su cara, mientras sus hombros se estremecían y las fibras de sus músculos se rompían y se desplomo.

Este era su final. Estaba a punto de ser comido vivo.

Un fuerte y penetrante aullido irrumpió en el frío aire de la noche, sorprendiéndolo tanto como a los tres Kyonshi hambrientos. Los muertos vivientes se volvieron para enfrentar a lo que hubiera hecho ruido y uno de ellos soltó su pierna. Por muy poco, pero ya era demasiado tarde y sus delgados brazos cedieron a la vez. Se resbaló de la rama del árbol e impactó contra el suelo con un fuerte “ruido sordo” que no hizo ningún favor a su pecho destrozado. El aire se deslizó por sus cuerdas vocales con un leve ruido de gorgoteo. Incapaz de moverse, sin poder ni siquiera gritar, vio que algo venía desde las sombras.

Mind Over Matter |KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora