Un día como cualquiera

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Capitulo 1





-¡Deprisa! ¡Por aquí!

- Estoy yendo lo más rápido que puedo...¡ya no siento mis pies!

Luego de horas de correr nos encontrábamos en uno de los pequeños callejones de la antiguamente hermosa ciudad de Florencia, hoy en día destruida por las guerras. Lo único que iluminaba nuestro camino era la luz de la luna, y al no ser originarios de la ciudad nos perdimos rápidamente, pero al perder algo es muy posible que tengas la suerte de encontrar algo, lastimosamente nosotros encontramos PELIGRO.


-¡Rápido!, entremos en aquella iglesia, ahí los perderemos.


A unas cuadras de donde estábamos, la luna nos mostraba la silueta de una vieja pero aun majestuosa iglesia. A gran velocidad logramos entrar en ella, y al ver que nuestros perseguidores iban en una dirección incorrecta nos tiramos al suelo a descansar.

El lugar era enorme, decorado con imágenes de santos católicos, e imágenes bíblicas, si bien se notaba que la guerra había alcanzado ese lugar no perdía ni por un segundo su esplendor.


-Sera mejor esperar a que salga el sol para continuar, sino terminaremos siendo perseguidos nuevamente o peor ¡terminaremos siendo uno de ellos!

-Antoni, tuvimos suerte esta vez, pero la próxima creo que tendríamos que traer un mapa de la ciudad, para evitar estos líos.

-Estoy de acuerdo amigo mío, pero ya nos preocuparemos de mapas y esas cosas mañana ahora duerme un rato.



Mientras mi compañero dormía, recorrí con la vista la gran estructura que nos albergaba, recordé un poco mi pasado, y todo lo que perdió por culpa de la guerra, ansiaba volver a mi antigua vida, pero sabía que solo era un sueño que nunca llegaría a ser realidad.

Luego de horas heche un poco de agua en el joven y pálido rostro de su colega.


-¡Eh..! ¡¿Compañero que te pasa!? Apenas ha salido el sol déjame dormir un poco más.

Si bien Antoni era a simple vista un hombre fuerte e inteligente, era muy perezoso.


-¡Arriba! No ganaremos esta guerra durmiendo, junta tus cosas y nos vamos. Dije con una sonrisa en el rostro.

- Como diga jefe. Respondió Antoni en tono de burla



Mientras recogían su equipo, Santino se miro en el reflejo de una ventana, hacia meses no contemplaba su rostro. Los años no parecían asentarle muy bien, su barba estaba desprolija, su cabello largo, y sus ojos verdes estaban rodeados de polvo y algunas pequeñas cicatrices.


-¿Pasa algo? Pregunte.

- Todo bien, ya nos vamos...Tomaremos la ruta del Duomo y bajaremos por las alcantarillas.


Al salir al exterior, y con la luz del sol ahora a su favor su sentido de la orientación regreso. Estaba en la basílica de Santa María Novella, por suerte terminaron menos alejados de nuestro destino de lo que pensábamos, emprendimos nuestro camino tomando calles alternativas, para evitar todo contacto enemigo.

Corrimos lo más deprisa que pudimos, sabíamos que aun nos estarían buscando por los alrededores, esperábamos conseguir llegar en menos de una hora a nuestra base de operaciones, esta había sido construida con el fin de mantener el control de la ciudad, pero poco a poco, esto estaba cambiando.

Ya estábamos cerca, podíamos ver la catedral de Florencia justo enfrente de nosotros, estábamos a menos de dos cuadras del museo del Duomo, y desde ahí bajaríamos a las alcantarillas.


- ¡Espera! ¡Antoni detrás de mí!


Ambos nos cubrimos con un viejo automóvil hecho pedazos, y observamos por encima de este.


-¡Maldición! Son esos inútiles de los Iluminat, están bloqueando nuestra ruta, lo mejor sería tomar otro camino. Propuse

-Creo que sería mejor eliminarlos, son solo dos y están distraídos.

-Sabes que no es preciso tomar riesgos, tomar otra ruta sería lo mejor. Objete.

- Al demonio, no como desde ayer al medio día, no perderé más tiempo, confía en mí.


Antoni avanzo cubriéndose con autos, y escombros en la calle, hasta estar a menos de unos metros de los enemigos. Escondido detrás de pedazo de chatarra, tomo una roca y golpeo con ella la cabeza de uno de los Iluminati, el otro sorprendido, tardo en reaccionar, en ese instante yo ya estaba posicionado detrás de él. Lo tome por el cuello y lo deje inconsciente en el suelo.

Exaltados nos sentamos a tomar un poco de aire, cuando levantamos la vista, estábamos rodeados, un grupo de soldados los mantenían en la mira de sus ametralladoras...

Sentíamos el sudor corriendo por nuestros rostros, si bien era una situación normal ser apuntados por armas en una guerra, no era fácil olvidar el temor a la muerte, o peor el terminar siendo uno de ellos.


-Buen plan, haber como nos libramos de esto. Dije con un tono sarcástico.






































Por la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora