Capitulo 3 - Esa chica, enferma.

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Luego de ir por las calles debajo del paraguas, finalmente llegamos a la cafetería. Durante el camino Sebastian no dejó de abrazarme pero tampoco hablamos en absoluto durante el camino, aunque a decir verdad hoy se me hizo más corto que de costumbre. Sebastian me abrió la puerta al llegar y dejó que yo entrara primero. No dije nada, pero me gustó su actitud tan gentil y caballerosa...

-¿Por qué no vinimos en tu auto?- le pregunté al entrar.

-Porque voy a comprar uno nuevo, y es más romántico caminar juntos bajo la lluvia.- me respondió con naturalidad, enseñándome una sonrisa.

No pude evitar sonrojarme al oírlo decir aquello, ¿quien hubiera esperado que un demonio hablara de romanticismo?

-¡Así que ya llegaron! Realmente no confiaba en que la trajeras temprano a casa... Un punto para ti, Sebastian.- dijo papá, parado detrás de mí.

Me sobresalté y voltee a mirar a mi padre. Realmente estaba confundida y sorprendida... ¿Desde cuando se conocen?

-¿Papá... Tú lo conoces?- pregunté, sonrojándome más que antes.

-Vino a presentarse a medio día. Me hubiera gustado que me informaras sobre el hecho de que sales con alguien, _________, pero bueno... Al menos parece responsable- papá vio a Sebastian de reojo antes de continuar -, pero todavía no lo apruebo, y no estará en esta familia hasta que lo haga.

-Y-ya veo...

-Llévalo a la sala, deje un uniforme para él allí.

-De acuerdo.

Guié a Sebastian hasta la sala de la casa, allí había un uniforme de la cafetería de su tamaño. Se lo entregué, y me dirigí a mi habitación a ponerme el mío, pero a mitad de camino decidí detenerme y hablar con él.

-Sebastian... ¿Por qué viniste a hablar con mi padre antes?

-Bueno, estabas tan desanimada y cómo no querías hablar, decidí que sería mejor preguntarle a tu padre sobre ti, él me habló de tu medallon y cómo habías que Alexya había destruido tu único recuerdo de tu madre, supe de inmediato que se trataba de eso, por lo tanto busqué todas las piezas y lo reparé para que te sintieras mejor.- me dijo, con una sonrisa en su rostro -Me alegra que mi esfuerzo haya funcionado.

-Sí... Gracias por eso...

-No olvide comer algo antes de trabajar, my lady.

-No lo olvidare.- le dediqué una sonrisa y seguí mi camino hasta mi dormitorio, tomé mi uniforme de la cafetería y me apresuré a vestirme.

Papá tuvo a Sebastian todo el día en la cocina de la cafetería. Tanto papá como yo nos sorprendimos de lo rápido que podía hacer los pedidos, incluso los clientes se iban con sonrisas enormes en sus rostros y elogiaban el buen sabor de sus cafés y la rapidez del servicio. Para el final de la jornada, papá lo felicitó y dijo que debía quedarse a cenar con nosotros.

-Será un placer, señor.- respondió Sebastian a la oferta de papá.

-Pueden ir a cambiarse y hacer sus tareas, yo prepararé la cena.- nos dijo papá.

Ambos asentimos y pasamos a la sala para subir las escaleras. Una vez en el piso de arriba, voltee a ver a Sebastian y le señale la puerta al final del pasillo.

-Ese es el baño, puedes cambiarte allí.

-Está bien.- me respondió.

Vi como comenzaba a caminar hacia el baño, alejandose de mi sin detenerse a mirar atras ni un segundo, o al menos hasta llegar a la puerta. Volteo a verme con una sonrisa y me guiñó un ojo anyes de entrar en el baño, haciendo que me sonrojara.

No perdí más el tiempo y entre corriendo en mi dormitorio y comencé a cambiarme.


Sebastian's P.O.V.


Luego de cambiarme en el baño de la casa de ______, salí nuevamente al pasillo para ver si ella ya estaba lista, pero aún no salía al pasillo. Fui hasta la puerta de la habitación en que sentía que ella se encontraba y llamé dando un par de toques.

-¡Pasa!- me dijo ella desde el interior.

-Con permiso.- dije al entrar en la habitación, viendo su contenido detalladamente.

Había un pequeño armario abierto con algunas prendas de ropa, muy pocas a decir verdad, pero bien cuidadas, la cama estaba bien tendida, pero con cobijas viejas y algo gastadas. Había también una especie de escritorio hecho a mano, un espejo colgado en la pared detrás del mismo y un taburete frente a este con un gatito de peluche viejo y hecho a mano sobre este. La mochila de _______ estaba sobre el escritorio y ella parada a un lado, revisando sus cuadernos de la escuela. Tenía una expresión de preocupación en su rostro.

-¿Sucede algo?- le pregunté.

-Estuve todo el día encerrada en el sótano de la escuela... No sé que pasó en clases, ni qué tareas mandaron los profesores, y tampoco tengo amigos en mi clase a quienes pueda preguntarles.- dijo para luego suspirar -Sólo tengo las tareas de matemáticas...

-Será mejor evitar que te pasen este tipo de cosas.- le dije, acercándome a ella y tomándola de los hombros -De ahora en adelante no te separes de mí durante los recreos.

La vi sonrojarse y bajar la cabeza, moviéndola para decir que sí. Se separó de mí y tomó su cuaderno de matemáticas y un lápiz. Yo, por mi parte, tomé el peluche de gato y lo vi con una sonrisa, no era muy realista, pero tenía su encanto. Cuándo lo noté, _______ me observaba desde la puerta del dormitorio.

-¿Te gusta...?- preguntó algo curiosa.

-Sí, me gustan los gatos.

-... Yo hice ese peluche... Puedes quedártelo, te lo regalo.

La vi sorprendido por lo que había dicho por un instante, antes de sonreírle con algo de ternura a la vez que volvía a sentir cómo algo en mi interior se removía.

-Gracias.

________ se sonrojó un poco y se aclaró la garganta.

-Vamos a la sala a hacer las tareas de la escuela. Date prisa, Sebastian.


Una vez en la sala, mientras hacía mis tareas de la escuela, veía a ________ de reojo. Se veía bastante concentrada en hacer sus tareas, pero comenzaba a verse algo pálida y a estornudar de vez en cuándo, lo cuál comenzó a preocuparme. Terminé por dejar todo a un lado e ir hasta ella, poner mi mano sobre su frente y tomar su temperatura. Estaba demasiado caliente para un ser humano...

-Estás enferma.- le dije.

-Claro que no, estoy bien Sebastian.- me dijo, evitando verme a los ojos.

-Tienes fiebre.

-Te lo estás imaginando, mi temperatura está perfectamente normal.

-No mientas.- suspiré, algo frustrado por su actitud terca -Tienes mucha fiebre, estás estornudando cada pocos minutos y estás pálida. Definitivamente estás enferma, _______.

-¡Deja de decir eso, Seba-a-a...!

Saqué un pañuelo de mi bolsillo y se lo puse en la nariz antes de que estornudara.

-¿Qué decías?

-No es mi culpa... Pasé mucho frío hoy...- se quejó.

-Porque no me llamaste de inmediato cuándo te encerraron en el sótano.- le reproché.

-¡Pe-pero estaba inconsciente cuándo me dejaron encerrada ahí! ¡No podía llamarte de inmediato, estuve mucho tiempo allí antes de despertar!

-Pero tampoco llamaste de inmediato cuándo despertaste.- le dije.

-E-es que...- se detuvo para ver a la puerta que daba a la cocina de la cafetería.

Miré yo también en esa dirección, allí estaba su padre; quién seguramente venía a anunciar que la cena estaba lista, viendo a su hija con enorme preocupación.

-¿Cómo es eso de que estuviste encerrada en el sótano? ¿Inconsciente? ¡Ahora tendrás que contármelo todo, jovencita!

Esa chica. (Kuroshitsuji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora