"El asesino dragón más fuerte"

II

Capítulo 2. El niño, el anciano y el mago.

"Ay Sir" - Happy hablando.

'Imposible' - Natsu pensando.

"Hole Dragon Roar" - técnica.

"Mocoso" - Acnologia hablando.

'¿¡Esa magia es!?' - Acnologia pensando.

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"Ugh~" Natsu comenzaba a abrir sus parpados, le resultaban pesados e incomodos mientras más los abría. La luz lentamente incaba sus ojos, forzando los a cerrar una vez más. "¿Q-Que me sucedió?" Sentía pequeñas punzadas en su cuerpo, de seguro era el despertar de un Segundo Origen, su madre había dicho que dolía, y valla que lo hizo. ¡Espera!¿madre? "Bruja." Murmuró mirando a sus alrededores, solo podía ver árboles y más árboles. El escamoso cuerpo de su madre no estaba a su vista, y tras olfatear, su olor apareció sobre sus pies. "¿Eh?" Bajó su mirada hasta el lugar, enrollando su cintura estaba una bufanda de un tono negro metálico que parecía haber sido echa de escamas. "¿Bruja?"

Levantó su bufanda y la olió más de cerca, era su olor, de eso no había ninguna duda. ¿Esto no podía ser su madre, cierto?, los dragones tenían magia para tomar la forma de cualquier ser vivo, ¿pero podían tomar la de un objeto inanimado?. No, esto era completamente irreal, su madre era orgullosa, estaba seguro de si ella pudiera, no lo hiciera, nunca se rebajaría a ser una prenda de vestir.

Rodó su bufanda alrededor de su cuello, y comenzó a caminar sin un rumbo en específico. "¡Bruja!, ¿dónde te metiste?. ¡Me siento con energías de seguir entrenando!¡¡Vamos quiero probar ese Segundo Origen!!" El chico gritaba y gritaba, no tenía respuesta alguna. A pesar de tener esperanzas, el debía estar en la realidad, su madre había desaparecido. ¡No!, ella no desapareció, está no era la cueva donde ellos habían vivido, ella simplemente lo dejó por ahí. Ella lo abandonó.

El pequeño Natsu había pasado horas y horas buscando algún rastro de su madre, sus ojos estaban cansados y vacíos de esperanzas. El pensamiento de su abandono crecía con el paso de los minutos. El sol ya había comenzado a ocultarse y el hambre se hacía presente en el cuerpo del niño, provocando rugidos bestiales en su interior.

"Tengo mucha hambre. Y no parece haber rastro de algún animal cerca." Era cierto, a pesar de estar en un bosque, no habían ciervos o cerdos, ni siquiera animales como leones o tigres, solo habían pequeñas criaturas que no llenaban su estómago, ardillas y serpientes. "A este paso creo que voy a morir." Murmuró balanceándose hacia los lados, deambulando entre los espacios pequeños que dejaba un árbol de otro.

Su nariz se arrugó al identificar un olor que tomaba común mente, era un ciervo. ¿Pero dónde?. Movió su cabeza a todos lados, el hambre parecía apagar sus sentidos por unos momentos, cerró sus ojos, el era una bestia, así que dejaría que sus instintos tomaran el control. Dejo de prestarle atención al sonido que provocaba el viento al golpear las hojas, o el trinar de las aves, ahora solo pensaba en saciar su hambre, por ello debía identificar el olor.

Su madre le decía que un hombre sereno, era capaz de salir se todas las adversidades, él nunca la escuchó, después de todo su atención solo estaba en las peleas. Pero eso no quiere decir que no la entendía, él escuchaba cada palabra suya y las guardaba en su cabeza, entendía cuando había que convertirse en el depredador. Rastrear, un depredador debía saber rastrear, su madre le explicó cuando salió a cazar junto a ella por primera vez, que para un animal rastrear a la perfección, debía apagar los sentidos innecesarios y centrarse en ese solo. ¡Y si que funcionaba!

El dulce olor de la carne viendo cocida inunda sus fosas nasales con pasión, y como de una señal se tratara, el chico comenzó a correr en su dirección. Era al norte, no tan lejos, manteniendo esa velocidad, llegaría en algunos minutos. Su boca estaba babeando y su estómago apretaba su interior con fuerza, solo eran segundo para que se encontrara con la ciervo desafortunado que se estaba quemando.