Prólogo

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— Apúrate mamá, me van a quitar la reservación en el bar y mis amigos no tardan en llegar. —Un muy estresado Miguel gritaba desde fuera de su casa mientras se subía a la camioneta familiar de lado del conductor.

— Miguel relájate o manejaré yo. —Enrique Rivera, papá del muy apurado adolescente, lo miró con severidad para que tomara en serio la amenaza.

— Ya voy, ya voy, solo me aseguraba que TU gato tuviera agua y comida. —Habló Luisa Rivera, con el tono de mamá molesta haciendo énfasis en que el gato era de Miguel y no parecía hacerse cargo de el.

En cuanto los tres Rivera estuvieron arriba de la camioneta Miguel arrancó directo al bar donde celebraría su despedida de la ciudad de Los Angeles.

La Familia Rivera son originarios de un pueblo en México llamado Santa Cecilia, pero cuando Miguel cumplió los 12 años y estaba comenzando la secundaria, la empresa donde trabaja su mamá decidió que era buen momento para darle un ascenso y transferirla a la gran ciudad de Los Angeles. Así que Enrique, Luisa y Miguel se mudaron, dando a su vida dio un giro de 180º grados. Claro que eso no significó que dejarían Santa Cecilia para siempre, iban al menos unas 3 veces al año.

Afortunadamente Miguel siempre había sido un chico lleno de energía, noble y amiguero. Logró adaptarse a un nuevo sistema educativo y sobretodo, nuevas costumbres y modos de vida, así como el idioma. Lo único que le costó fue la comida "¿en este país no conocen el picante?" Pensaba siempre para sí cuando iban a comer a algún restaurante y cuando ordenaba salsa picante solo le daban algo que para él era como catsup más salada.

El tiempo siguió su curso y ahora Miguel tiene 18 años, un chico de tez morena, cabello negro y un poco largo, acomodado levemente hacia el lado izquierdo de su cabeza, ahora medía 1.83 y tal vez iba a crecer un poco más, con unos ojos cafés claros, era un chico que estaba considerado (según encuestas de muchas chicas y chicos de su escuela) muy atractivo.

Los últimos 6 años en Los Angeles habían sido una maravilla, con altos y bajos claro, pero siempre manteniendo su personalidad energética y aventurera. Se había hecho de muchos amigos y amigas, de recuerdos invaluables que llevaría consigo a la nueva aventura.

Desde pequeño siempre sintió una conexión muy fuerte con la música, Luisa cuenta que muchas veces en vez de poner las caricaturas, Miguel pedía canales de vídeos musicales a la hora de ver la televisión y se aprendía todas las canciones, ganando así el apodo de "rocola andante" por parte de sus familiares y más tarde de sus amistades. Todos sabían que era difícil que Miguel no se supiera una canción en cualquier lugar al que fueran.

Debido a esto, sabía tocar distintos instrumentos, el piano, la batería, el bajo, incluso el acordeón, y su favorita, la guitarra.

Cuando llegó la hora de aplicar para un examen a la universidad decidió que aplicaría al mejor programa de música, el cual era de la carrera de producción musical de la Universidad de San Fransokyo. Al aprobar el examen, su felicidad fue como nunca y lo mejor, solo estaba a seis horas en camión de Los Angeles, "no es tanto tiempo" decía Miguel a cada rato para calmar las lágrimas de sus padres cada vez que se acordaban que su bebé se iría lejos y sin ellos para cuidarlo como hasta ahora.

Ya faltaba solo una semana para el inicio de semestre, esa noche de sábado Miguel había organizado una despedida para él en su bar favorito, con todos sus amigos y mucho alcohol.

Ya tenía todo listo, cuarto nuevo con roomies que aún no conocía, maletas listas con todo empacado, horario de clases y su guitarra. Solo quedaba pasarlo bien esa noche, y así fue, entre perreo bien bellako, gritos que iban de "shot shot shot" a "weeeey te voy a extrañar" o "hay que estar siempre juntos" y lloriqueos en estado de ebriedad de él, sus amistades y...Charly, su novio.

Costumbres (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora