Capitulo 3

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- Cierra la boca de la chica.- Dice una voz grave proveniente de un hombre con la piel blanca como la nieve, pero con la mitad del rostro tapado por un pañuelo y una gorra, sus ojos tenían manchas rojas como si de una infección agresiva las atacará.

- Si mi señor. - responde un hombre, cuya vestimenta era una bata de hospital.

El lacayo coloca trapos húmedos abrazando la boca de una chica peliroja con lágrimas en los ojos, era linda como el otoño, pero su mirada reflejaba amargura y pánico. Alrededor de ella se encontraban seis hombres parados con armas pesadas en manos y la misma vestimenta de hospital, haciendo un circulo, en medio de ellos estaba la chica, un hombre con una barba bastante grande y algo grisasea, tres chicos sentados con miradas de perturbación, una mesa de operaciones y a nuestro "héroe" blanco, con un bisturí en mano.

- ¿Sabes por qué le corté la lengua?.- Pregunta el hombre apuntando su bisturi a la chica.

- ¿Por qué, "profeta"?- Replica la pregunta el hombre de la barba haciendo énfasis sarcastico en el auto-proclamado título.

- ¿Te estás burlando de mí?.- En la mesa de operaciones había un hombre amarrado con una mordasa, tenía un tubo entrando en su boca en el cuál se introducía de forma constante y lenta un menjurge de hierbas que lo mantenía despierto.

- ¿Por qué el profeta, y no asesino?.- El hombre de la mesa tenía su propia lengua reposando sobre su cuello.

- Vengo a traer la verdad a todos ustedes, vengo a traer la salvación y la paz. - responde el Profeta acercándose al hombre de la mesa, e introduce su mano dentro del cuerpo vivo para cortar lentamente su intestino grueso mientras el hombre intenta gritar con desesperación, esfuerzo que era en vano, el trapo ahogaba cualquier sonido proveniente de su garganta.- No me gusta que griten, odio que griten, me desespera.

- Déjanos ir.- ordena el hombre barbon observando el acto, el Profeta toma un gran trozo del intestino entre sus manos y lo levanta hacia su víctima, mientras este horrorizado llora sin poder hacer más.

- Creo que no estás en posición para ordenar nada. - Responde de forma burlona para luego acercar el intestino a los amigos de la víctima, la chica abre mucho los ojos intentando no desmayarse, los chicos ahogaban sus gritos para que no les cortaran la lengua.- Los liberaré, pero, les daré la oportunidad de la salvación.

- ¿De que hablas?-

- Liberaré sus almas de sus cuerpos, y salvaré a quienes quieran convertirse en mis seguidores.-

- ¿Cómo hacemos eso?- pregunta uno de los chicos desesperado y el profeta acerca el intestino al chico.

- Muerde...- el chico mira el intestino y luego a su amigo en la mesa de operaciones quien tenía sus grandes ojos de terror admirando el hecho.

- Lo lamento.- murmura el muchacho abriendo la boca.

- Solo bromeaba.- dice el Profeta con su voz aún mas grave en un tono de seriedad que podría aterrar a cualquier persona.- Levántense ante mi, hijos que deseen ser parte de mi cruzada de salvacion.

Los tres chicos se levantan y uno de los lacayos del Profeta corta los amarres que tenían en sus manos. El hombre de barba mira con asombro a los muchachos pero no pronuncia ni una palabra.

- No se trata de sobrevivir, se trata de llevar al ser humano a su siguiente nivel, sin miedo, sin remordimiento, entender que el humano necesita creer en algo, y ese algo soy yo.- dice con voz autoritaria el Profeta dejando el trozo de intestino en las manos de uno de los chicos. Se acerca a la mesa y toca la pierna del muchacho.- Se que hubieras sido un fiel seguidor hijo mio, pero no puedo salvarte, me serás de gran ayuda para educar a tus amigos, agradezco tu apoyo en mi causa, en mi religión.

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