El Ciervo [Jegulus]

5. Slytherin

James notó que el cielo se había oscurecido, adquiriendo un tono grisáceo que pronto pasaría al azul oscuro. Le gustaba aquel tono.

Caminó por los pasillos y saludó a un par de personas. Notó que las personas murmuraban después de que pasaba, por lo que probablemente estaban hablando sobre el incidente. No pensó que se esparciría tan rápido. Ahora todo el colegio sabría que James Potter se interpuso en una pelea para salvar a unos Slytherin.

Definitivamente la gente no estaría contenta.

Además, las escaleras estaban siendo especialmente molestas aquel día, pues llevaba más de cinco minutos esperando que se colocaran en la posición que deseaba para seguir su camino. Por fin logró subir, y escuchó un grito a lo lejos. No le prestó atención, pero luego gritaron más fuerte, y allí fue cuando descubrió a su gran amigo gritarle desde la lejanía, haciendo un eco con sus manos.

James corrió hacia él, Sirius corrió también, esquivando a los alumnos que se atravesaban y haciendo un escándalo hasta que ambos cuerpos chocaron entre sí y se cayeron. No habían pensado en que tenían que detenerse. Se rieron, llamando la atención de los estudiantes.

—¡Padfoot!

—¡Prongs!

—¡Padfoot! —Repitió.

—¡Prongs! —Sirius lo abrazó por los hombros.

Remus y Peter llegaron a su lado un segundo después, caminando como las personas normales, y vieron la escena de forma divertida. El par de amigos se levantó, limpiándose la ropa.

—¿Es cierto, Prongs? ¡¿Te metiste en una pelea de Ravenclaw y Slytherin?! —Exclamó Sirius, sacudiendo a James por los hombros.

—¿Sí? —Respondió, inseguro.

—¡¿Y defendiste a Slytherin?!

—... ¿Sí?

—¡¿Amigo?! ¡Estás loco! —El mayor de los Black lo miró con diversión e incredulidad a la vez, ya que pensaba que las acciones de su amigo eran irracionales, más de lo normal—. Llevamos haciéndoles la guerra desde que entramos a Hogwarts y ahora eres su aliado, no entiendo.

—Debe haber una explicación, Sirius. —Dijo Remus—. James no se metería a una pelea solo porque sí... bueno, más bien, no defendería a Slytherin porque sí.

—A mí me preocupa Ravenclaw, ahora estarán detrás de nuestras cabezas. —Comentó Peter, quien se mordía los dedos con nerviosismo—. Los de nuestro año no olvidarán que hechizaste a los de quinto.

—¡Nooo! ¡Las venganzas de los Ravenclaw son lo peor! —Se lamentó Sirius, llevándose las manos a la cabeza—. Mierda, hago el trabajo de Transformaciones con uno de ellos...

James sintió un escalofrío al pensar en lo que los Ravenclaw eran capaz. Usualmente mantenían la tregua con los chicos de aquella casa, y cuando no era así las bromas que se llevaban eran horribles. El castaño aún recuerda cuando estuvo una semana leyendo libros sobre filosofía de Nietzsche porque a Ronnie Smith, una chica de Ravenclaw, le pareció gracioso hechizarlo para que se obsesionara con libros deprimentes. Estuvieron días leyendo para deshacer sus efectos, y fue un maldito rompecabezas.

Definitivamente James no quería lidiar con los Ravenclaw otra vez. Sus bromas eran demasiado aburridas e intelectualmente terroríficas.

—Hablando de Transformaciones, McGonagall te dejó trabajo extra, por faltar. —Comentó Peter, sonriendo con lástima.

—¡¿Qué?! ¡Falté en contra de mi voluntad! —Exclamó James.

—Lo sé, amigo, intenté usar mis encantos con Minnie, pero no funcionó... —Sirius suspiró, llevándose la mano al corazón, dramáticamente.