UNO. (PARTE TRES)

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Lan Zhan arrastró a Wei Ying por la puerta principal, con el mentón en lo alto y haciendo caso omiso a las penetrantes y juzgadoras miradas de sus compañeros. Podía sentir sus ojos puestos en su espalda, clavados como cuchillos venenosos, hablando de una manera no sutil sobre todo lo que había sucedido. Podía sentir el peso sobre sus hombros, una gigantesca piedra de absoluta decepción y deshonor que cargó hasta la salida.

Por supuesto que se sentía horriblemente mal en esos momentos, por supuesto que sentía coraje, furia y rencor. Por supuesto que quería gritar, golpear algo, hacer algo, lo que fuese para amortiguar ese vacío que se extendía por su pecho con cada paso que daba. Por supuesto que estaba enojado, dolido.

Increíblemente no sentía nada de eso más que por sí mismo. Se sentía enojado con él y solamente con él.

La mano del zorro se apretó débilmente en su agarre, jalándolo hacia atrás y evitando que siguiera caminando hacia la carretera. Lan Zhan detuvo sus pasos fantasmas y lo miró. Sus ojos brillaban en un profundo azul marino, tan oscuros que podían ser completamente negros. No supo cómo, pero de alguna manera sabía lo que sentía.

Miedo.

"¿Lan Zhan?" Llamó el zorro. Lan Zhan acarició el dorso de su mano con su pulgar, suavemente. Wei Ying miró sus manos unidas por unos segundos, preguntando en voz baja. "¿A dónde vamos?"

Lan Zhan sólo pudo contestar honestamente. "Yiling."

Wei Ying lo miró con grandes ojos, esperanzados. "¿Estás seguro?"

Él asintió una vez jalando a Wei Ying para que liderara el camino. El zorro lo hizo tras un momento de cuidadoso silencio. No miró hacia atrás, no pensó en nada más que no fuera seguir los pasos del zorro, en aferrarse a su mano y jamás soltarlo.

Podía escuchar la voz penetrante de Lan Huan dentro suyo recriminándole por absolutamente todo lo que hacía. "¡Es un zorro! ¡Lo conoces hace una semana, no puedes seguirlo ciegamente de esta manera!". Lan Zhan lo sabía, era increíblemente consciente de ello, pero también se dio cuenta de que sí podía seguirlo ciegamente a dónde sea que quisiera.

Tan sumergido hasta el fondo en sus pensamientos, no fue consciente del momento en que llegaron a Yiling, a penas reconociendo las calles y el edificio en mal estado en donde vivía el zorro. Wei Ying lo guió hasta su hogar, abriéndole la puerta y dejándole entrar.

Todo estaba exactamente igual a como lo recordaba: desordenado de pies a cabeza. Inhaló profundamente dentro del lugar, llenando sus pulmones del olor de los lotos y tierra mojada que invadía el lugar. Él mismo aún tenía todo el olor de Wei Ying penetrando cada poro de su ser, una combinación exquisita de sus olores juntos después del sexo, pero aún así sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al inhalar con fuerza.

Pero algo no estaba bien.

Lan Zhan sabía reconocer sus propios sentimientos, sabía darles un nombre y sabía dejarles vivir dentro de él. No era la clase de persona que reprimía sus sentimientos, y estaba muy en contacto con ellos. Por eso, al sentir que algo le gritaba dentro suyo de manera desesperada, arañando su corazón con una infinita ansiedad le hizo darse cuenta rápidamente que eso ni siquiera venía de él.

Algo en la forma en que olía Wei Ying le avisó a gritos por ayuda. Se giró sobre sus talones y se encontró al zorro detrás de él, con la mirada fija en la nada, sus ojos temiblemente negros y profundos. Al percatarse de la mirada de Lan Zhan sobre él de inmediato lo miró, sus oscuras pupilas mirando con fuerza los ojos dorados del conejo. Fue testigo del momento exacto en que el temible y profundo negro tomaba la forma de un rojo sangre peligroso.

De La Mano Del Zorro. XianWang (WangXian) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora