Por: rushifalibros
¡Hey! ¿Cómo te va? Mi nombre es Luzbel, pero puedes llamarme Luz o Bell, quizá Rushi de cariño. Soy un escritor de ciencia ficción, horror y por primera vez, de erótico. ¡Qué emocionante! Ojalá te guste la historia de estos dos amantes. Este escrito tiene algunas referencias en sus párrafos que espero te gusten.
*
Su boca guardaba aquel cálido aliento que devoraba mi alma con cada susurro hecho al cuello, como una daga que atentaba con penetrar todas mis defensas, como una fiera que gustaba jugar con su presa, aun si sus garras pareciesen afiladas, pasaba por mi piel con suma delicadeza. Como felino que se escurre por la noche, usó las sombras a favor, manteniendo todo atisbo de color consumido por la oscuridad y la luz de luna que entraba por las cortinas golpeando su espalda para no dar más que un destello sobre su silueta que se encontró tímida ante mi presencia.
Hipnotizó mis sentidos. Dejó que con su grácil andar me dominara en alma y mente, aun si traté con firmeza de mantener control para no abalanzarme sobre de ella para besar cada centímetro de su cuerpo. Era fácil que ella, solo ella, me hiciera volver una bestia guiada por instintos básicos. El corazón que retumbaba en mi pecho queriéndose escapar era solo reflejo de la desenfrenada pasión que anhelaba por escapar de su encierro desde los anales de mi vida universitaria. Su nombre era uno imposible de olvidar, más aún, su figura, su silueta, su voz... sus lunares.
Las nacientes llamas que ardían tenuemente derritiendo la cera de las velas, iluminaban cándida nuestros cuerpos semidesnudos que se sostenían lentamente: mis manos en sus caderas, con la derecha asciendo hasta su mentón para sujetarlo y levantar su rostro. Qué espléndida era su expresión, pues sus ojos brillaban ante la baja luz que con ternura expresó su intención. Sus finas manos reposaron en mi pecho desnudo que se enfriaba al clima de la habitación, que en una luna de otoño se ceñía fresco sobre nosotros.
Emily, esperaba ya por un beso, delicado y suave como lo eran sus labios. Aunque el momento pasó a cámara lenta, dulce fue en cuanto el contacto de nuestros cuerpos permanecieron juntos, unos instantes antes de dirigirse a la cama. Un lunar en su mentón, que sellé tras un beso seco que recorrió su mejilla hasta quedar cerca del lóbulo de su oreja. Un serpenteado recorrido estrellado recorrí con ternura, y el calor de los cuerpos unidos acrecentó lentamente, con una dulce sonrisa y risa que se colaba en el silencio del cuarto.
Sin mayor preámbulo, los juegos de dominación comenzaron con sonrisas cargadas de perversión, deseo, de malvadas intenciones, donde ninguno de los dos saldría de aquella habitación sin haber descargado el cúmulo de caprichos reprimidos por la distancia y el tiempo; que todos los encantos recatados que Emily tenía durante su día a día se esfumaran en un instante al convertirse en la encarnación misma de la lujuria. Imploraba, temblando de emoción, que la "volviera mía", muy a sus palabras, tal como acostumbraba en las excitantes, pero largas noches de desvelos cuando solo un mensaje podía incitar al deseo. Aún como fuese corta la noche, la memoria perdura, las sensaciones que exploradas durante la velada quedarían impresas en mi piel hasta la mañana siguiente, quizá muchísimo más, hasta el siguiente encuentro. Era la primera vez en tanto tiempo en que exploraba la tersura de su piel.
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Antología: Érase una vez una estrella
Short StoryNuestros autores se reúnen nuevamente en: "Érase una vez una estrella". Un conjunto de relatos perfectos para leer en cualquier época del año. Toma asiento, busca un lugar cómodo y disfruta de historias que te cautivarán de principio a fin.