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AL OTRO DÍA LAS COSAS PARECÍAN tensas en la residencia Ofelia. Se notaba a kilómetros como Merlina intentaba evitar a toda costa a Enid y viceversa, lo cual provocaba que a Love le diera un dolor de cabeza gigante.
La Grimes no quería más amigos, pero necesitaba ser amiga de Merlina porque si no, no sabría como sobrevivir. No podría vivir bajo el mismo techo con una persona con la que no se llevaba bien, así que no era una opción llevarse mal con la pelinegra.
Miro a su izquierda y sorpresivamente su rubia mejor amiga ya se encontraba despierta y con lo que parecía ser el traje de esgrima. Luego miro al frente y vio a la Addams con un traje de esgrima negro.
—¿Tú madre hacia esgrima, verdad?— preguntó solo para tener algo de que conversar, pues ya sabía la respuesta.
—Si. Y no quiero hablar de mi madre.
Y así fue como Love se despidió de su vago intento de comenzar una amistad con la nueva. Finalmente camino hasta el baño y se cambió su pijama por el uniforme de esgrima y volvió a la habitación para buscar a Enid, encontrándose con la sorpresa de que ninguna de sus dos roomies se encontraban allí.
Miro la hora y se sorprendió al darse cuenta de que iba tarde a la clase, sin embargo no hizo ningún esfuerzo en caminar rápido o apurarse, ya que el profesor nunca tomaba atención a quienes llegaban y quienes no.
Cuando llego a la habitación casi le da algo debido a la impresión que le dio al ver a Merlina y a Bianca en pleno combate. En un momento de distraccion por estar mirando la batalla, choco con un cuerpo y quizo que la tierra la tragara.
—Hola, Vee.— la voz ronca de Xavier casi hace que le de un paro cardíaco.
—Hola, Xavier.— se sintió diminuta por un momento, queriendo desaparecer inmediatamente de la habitación.
Intento mirar la pelea, sin embargo una seña de Enid la distrajo y se dio cuenta de que se estaba burlando de ella haciendo corazones con sus manos. Love le mando una mirada fulminante y justo en ese momento, Merlina Addams tocó el pecho de Bianca con su espada.
Todos aguantaron una exclamación de sorpresa. Era bastante difícil ganar un punto cuando la batalla de esgrima era con la sirena.
—Punto para Merlina.— dijo el profesor.
Siguieron el combate, sin embargo en un par de segundos, Bianca hizo un punto provocando un empate. Merlina se sacó el protector facial, al igual que su contrincante.
—Ese primer punto fue suerte de principiantes.— la burla en la voz de Bianca era obvia.— Terminemos esto.
—Para el último punto, apliquemos un desafío militar.— todos miraron con extrañeza a la pelinegra.— Sin máscaras, sin puntas. Gana quien anota al primer tanto.
—Tú decides, Bianca.
—Veamos si sangras en blanco y negro.— dicho esto, tiro la máscara lejos y se puso en posición de combate.
