¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Olivia point of view:
La cálida brisa de verano golpea mi rostro mientras la oscuridad de la noche —o mañana— adorna todo mi alredor. Mis pies tocan la calle mientras yo estoy sentada al borde de la vereda. A esta hora los autos no pasan por aquí, lo sé porque esta ya es mi quinta noche sentada aquí, incluso podría acostarme en medio de la calle y nada pasaría; no ha pasado nada interesante en realidad. Mi vista está puesta en mis desarregladas uñas; el color negro que había puesto en ellas ya está desapareciendo. Mis ojos viajan hasta el cigarro sin encender que sostengo entre mis dedos. Lo observo unos segundos. Odio el olor que producen los cigarrillos, pero de todas formas ya es un olor conocido.
—Te podés morir por culpa de eso. Te puede causar problemas al sistema cardiovascular. — una voz agitada y con un acento extraño me hace salir de mi burbuja.
Levanto mi mirada y me encuentro con unos ojos color café mirándome directamente. Un chico alto, cabello marrón y presencia intimidante estaba frente a mí. Su pecho sube y baja de forma acelerada y también puedo ver pequeñas gotas de sudor caer por su frente.
Es un chico muy lindo, bastante lindo, podría decir que incluso es el chico más lindo que he visto. Aunque con un acento algo raro en su voz.
—Si sé. — respondo y dirijo mi vista nuevamente al cigarrillo en mi mano. —No son míos, ni siquiera me gustan estas weas.
Saco la cajetilla que guardaba en el bolsillo de mi poleron y guardo el cigarrillo junto a los otros. Levanto mi vista hacia el chico, quien sigue con su mirada puesta en mi, atento a mis movimientos. Es un poco raro, no un raro incómodo, solo raro.
—¿Le adviertes a cada persona que te encuentras lo malo que es fumar? — le pregunto sin esperar realmente una respuesta. La sonrisa no tarda en aparece sobre sus labios.
—Nah. Solo a las bonitas.
Rio por lo bajo, apartando la vista de su rostro y apoyl la cabeza en la palma de mi mano. Actitud coqueta y segura. No voy a mentir diciendo que eso no me parece atractivo.
—¿Y por qué tenés cigarros si no fumas? — curiosea.
—Son de mi mamá. — respondo. —Me dijo que le escondiera las cajetillas.
—¿Y funciona? — niego con la cabeza en modo de respuesta. Otro intento para hacer que deje fumar sin mucho resultado.
Él chico —de nombre desconocido hasta ahora— se sienta en la vereda junto a mi, apoya los codos en su rodilla y me mira. A pesar de ahora estar sentado junto a mi seguía teniendo una presencia intimindante.
—Tengo una pregunta.
—Vos dale.
—¿Qué hací' vagando a estas horas?
—Corría. — admite con simpleza.
—¿Quién chucha sale a correr como a las tres de la mañana? — digo com total desconcierto.