𝐄𝐗𝐏𝐄𝐑𝐈𝐌𝐄𝐍𝐓 © ➤𝐓𝐚𝐞𝐊𝐨𝐨𝐤

1: El comienzo del fin.

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Un par de ojos marrón oscuro se abrieron de pronto. Su cabeza daba vueltas y todas sus extremidades dolían. Un aire frío recorrió todo su cuerpo, ligeramente haciéndolo temblar.

Al cabo de un tiempo levantó su mano derecha para tantear su torso desnudo, se extremeció al toque cuando sintió como finas agujas atravesaban su piel y como tubos delgados se conectaban a ellas hacia una máquina. Como pudo retiró cada objeto extraño de su piel.

Se sentó e intentó levantarse, pero sólo alcanzó a quedar sentado en la camilla. Sus piernas adormecidas tocaron levemente el frío piso, pronto recuperando un poco más de color, mientras que su sangre comenzaba a circular normalmente.

Miró a su alrededor. Estaba en una habitación blanca, habían estanterías pegadas a la pared con rastros de papeles y carpetas, pero la totalidad de estas hojas se encontraban regadas por la blanca cerámica del suelo.

Era como si un huracán hubiese pasado por allí.

¿Dónde estaba exactamente?

Por alguna razón no recordaba nada de lo ocurrido, ni siquiera quién era.

Hizo un segundo intento en levantarse, ahora con más cuidado, logrando quedar por fin de pie.

Observó la camilla en donde previamente se encontraba recostado. Pero aún así no llegó ningún recuerdo a su mente. Sus memorias estaban completamente en blanco.

Bajó su mirada, recorriendo todo su cuerpo completamente desnudo, cuando de pronto algo llamó su atención. Levantó su brazo, fijándose en 7 líneas verticales de distintos tamaños grabadas al interior de este, parecidas a un código de barras. Pasó con fuerza su mano izquierda intentado borrarlas, pero esto no funcionó.

Estaban tatuadas.

[...]

Busan, Corea del Sur
Horas antes...

Desde la multitud surge un sonido colectivo, las calles de Busan están completamente teñidas de rojo.
Muchas de las personas están siendo devoradas por otras, mientras que las demás yacen agonizando en el suelo.

Dos hermanos corren entre la multitud, llevan sangre en sus ropas y rostros, uno se encuentra desconcertado por el pánico, a la vez que el otro lo jala del brazo, con la intención de llevarlo a un lugar seguro.

—¡Jimin, más rápido! —ordenó desesperado el mayor de los dos.

El contrario pronto reaccionó con las palabras de su hermano, hizo un esfuerzo para que su mente solo se concentrara en correr y sus piernas dejaran de temblar, pero aún así, el recuerdo de su madre siendo devorada por esas cosas seguía vivo.

La sangre, los edificios en llamas, las personas gritando a su alrededor, todo era caótico.

Su visión de pronto se topó con la de un niño de no más de 8 años, lloraba entre la multitud, llevaba una paleta de chocolate en sus manos. Cerró los ojos fuertemente cuando vió a una de esas cosas abalanzarse al pequeño. Ahora el llanto se había convertido en gritos desgarradores.

De un momento a otro sintió la mano de su hermano soltarse. Abrió los ojos exaltado, dándose cuenta de que ya habían llegado al auto que dejaron estacionado en el parque, cerca del supermercado de donde venían. Vió a su hermano subir al asiento del chófer del otro lado del carro, sin querer quedarse atrás hizo lo mismo, pero en el asiento del copiloto.