Prólogo

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«¿Hola?»

No escuchó su voz, resonó dentro de su cabeza pero... La habitación estaba tan silenciosa como la había dejado. Cuando quiso moverse no pudo, ningún músculo respondía a sus órdenes. Poco a poco fue entrando en pánico, respirando con dificultad, posando su mirada en cada rincón de su habitación alterado.

Una chillona risa penetró las silenciosas paredes, haciéndole temblar aterrorizado. No sabía que pasaba, no sabía porqué sentía el millón de emociones que estaba sintiendo en ese momento, sin embargo, quería salir de allí, rápido.

Se fijó en los patrones irregulares que hacía la luz de la luna cuando chocaba contra su ventana, ya sea el cansancio o no, veía alucinaciones, la brillante luz tomaba formas grotescas, abstractas, no podía entender lo que sus ojos presenciaban. Tan rápido como un parpadeo, la luz desapareció, dejando en penumbra total casi toda la habitación, y allí, en esa oscuridad, unos brillantes y penetrantes ojos grisáceos lo observaban, intensificando la risa infantil.

Intentó abrir la boca para gritar, no obstante, no formuló alguna palabra. Lo que sea que era esa cosa, parecía leerle el alma, tratar de descifrar su más oscuro secreto. Observó cómo éste se desvanecía y se convertía en una silueta infantil, de un pequeño niño, manteniendo esos insípidos ojos brillando.

¿Me... reconoces ahor...a?

Esa voz lúgubre le puso la piel de gallina, ¿Cómo reconocer esa aparición? Literalmente era un vacío negro con dos puntos blancos, que supuestamente eran ojos. Después de unos segundos, recordó quién era, acumulando lágrimas en los ojos que poco a poco se iban resbalando por sus mejillas.

«¿Evan?»

Sin embargo, se había ido cuando parpadeó.

Algo le decía que no mirara hacia arriba, todo lo que debía ver estaba en frente de sí, pero por pura curiosidad y su falta de auto control, sus ojos se posaron en el techo de la habitación, cuando esa silueta negra estaba ahí, esperando. Su cara toda arruinada por esa tétrica sonrisa de oreja a oreja que tenía plasmada, los pequeños círculos blancos brillando más que una estrella, lo vió ladear la cabeza y sonreír más gratamente. Pareciese que le gustaba su rostro aterrorizado.

Saltó sobre su cara. Sin embargo, antes de que eso pudiera tocarlo, su cuerpo acató sus órdenes, levantándolo de un golpe. Sus manos cubrían su rostro sudoroso por el susto, parecía que el corazón se le quería salir del pecho y que sus pulmones rechazaban a toda costa la entrada de oxígeno. Tenía miedo de apartar las manos de sus ojos y encontrarse con esa cosa de nuevo, sabía que si eso pasaba, iba a morir de un infarto. No era igual que cualquier película de terror que haya visto, todo se sentía real, a pesar de ser un sueño.

Porque era un sueño, una horrible pesadilla.

Poco a poco, quitó sus manos temeroso, viendo como éstas temblaban. Echando una ojeada a su habitación, notó que estaba oscura debido a que la noche era joven todavía, pero sin ningún rastro de otro ser aparte de él mismo, no veía ojos, no veía sombras, no escuchaba risas; lo que terminó por concretar su teoría de que era un sueño. La oscuridad que reinaba ya empezaba a ponerlo más nervioso, no es que tuviera una especie de fobia hacia eso que no podía controlar, pero esa silueta infantil parecía estar allí, aquella que llamó como a su hermano fallecido. Parecía que había todo un mundo diferente, uno que no quisiera conocer.

Con una mano temblorosa alcanzó su mesita de noche, dónde se encontraba una lámpara antigua que combinaba con casi toda la casa, y la encendió dejando que la luz inundara todo el cuarto. Simple y normal, cómo la había dejado. Suspiró aliviado y sacó una ligera sonrisa, patrañas y alucinaciones suyas, nada más que eso; estaba pasando por un mal momento y esa era la reacción de su cuerpo ante la realidad, pesadillas y fobias.

No era la primera vez que ocurría, pero nada se comparaba con lo que acababa de apreciar, en primer lugar, nunca había visto con sus propios ojos cosas que su imaginación inventaba. Sin embargo, seguía sin entender el porqué pensó que su cabeza imaginaba a Evan, mostrándose como todo lo contrario a lo que era, un monstruo, cuando el verdadero era él.

Sacudió la cabeza ya cansado de preguntas, quedó en el pasado y esa experiencia le serviría a combatir sus futuros miedos. Bostezó, mirando fijamente la cama un poco empapada de sudor, y algo en ella, le aceleró el pulso y le cerró la garganta. ¿Por qué sentía miedo de su propia cama?

¿Eran los nervios a que la oscuridad se lo consumiera por completo, era la posibilidad de seguir inventando cosas o... Su miedo a dormir y no saber qué verá al despertar?

.  .  .

Tardes, porque buenos ustedes sisisi.

Hace tiempo que quería hacer un fanfic sobre Michael únicamente, y como hoy en día he estado leyendo varios libros de terror y al parecer las películas con el mismo tema reinan en mi casa, me inspiré un poco para hacer algo.

Quiero aclarar que, no sé cómo terminará esto, o siquiera si verdaderamente dará algo de miedo, todo se sabrá durante el transcurso de la historia. Ésta vez quiero tomármelo en serio, ya que considero esto como un calentamiento para poder escribir algo y que verdaderamente lo disfrute, y de paso, porque la historia tiene un pedacito de mí, algo que he intentado superar.

Joder, cuánta cantidad de texto.

En fin, en fin. Espero disfruten, tomen awita y les regalo un pan, los tqm 💜

Paralysis | Michael AftonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora