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Tres años después.

—No sé.—Dudé al tener la carta en mis manos, mamá me miró emocionada.—¿Y si no pasé?

Mamá soltó la cerveza que tenía en su mano y me arrebató la carta.

—Eres la mujer más inteligente que conozco.—Replicó abriendo la carta.—Voy a verla yo primero.

Estábamos abriendo la carta que había llegado de la Universidad a la que me había postulado, estaba que me moría de los nervios.

Después de aquel incidente del cabello hace algunos años, mamá por fin me sacó de ese horrible lugar y me metió a una escuela privada, de donde me gradué con honores.

—¡Ay, Daphne!—Mamá se llevó la mano al pecho como si se fuera a infartar.—¡Estás admitida!

Cuando escuché eso, pude descansar.

Ambas gritamos de la felicidad y saltamos encima de la cama dichosas por la noticia.

—Pero eso no es todo.—Mamá se detuvo al leer algo en el documento.—¡Tienes una beca completa!

Las dos nos abrazamos, lloramos, reímos y por fin aceptamos que iría a la universidad y sin tener que gastar un solo centavo en la matrícula ni esas cosas.

Le escribí un mensaje a Lucas contándole la buena noticia.

Subí a mi habitación dando saltos de felicidad, por fin cosas buenas me estaban pasando, no cabía en la ropa de la emoción.

Justo en ese momento recordé todo lo que había tenido que pasar en la escuela, los malos tratos, las humillaciones, el rechazo.

Mi amor por Dante Ferrara.

Lo último que había sabido de él era por boca de Lucas, había sido arrestado un par de veces por meterse en problemas y seguía siendo el mismo idiota, pero le había pedido perdón a Lucas.

Yo no lo había visto durante mucho tiempo, ni siquiera una foto, absolutamente nada, lo odiaba.

Siempre supo todo lo que me hacían pero se hizo el tonto.

No merecía que sintiera nada por él.

...

—Me llamas si necesitas algo.—Mamá hablaba muy rápido mientras me ayudaba a descargar las maletas.—Si estás enferma llama, si quieres verme llama, si necesitas cualquier cosa...

—Si mamá, te llamo.—Reí y le di un abrazo fuerte.—Voy a estar bien.

Mamá suspiró y plantó un beso en mi frente, miró mi habitación y finalmente volvió a mi con los ojos aguados.

—Debo decirte algo.—Mamá trataba de hablar pero no le salían las palabras.—Iré a rehabilitación.—Soltó de repente.

Cuando ocurrió el divorcio de mis padres por culpa de la infidelidad de Mark, mamá entró en una depresión tan profunda que llegó al punto de intentar quitarse la vida.

Habíamos tenido muchos problemas por eso, solía gritarme pero después se arrepentía y se sentía mucho peor, el licor fue la única solución durante un tiempo, pero después eso tampoco hacía efecto.

—Estarás bien.—Le di ánimos, me alegraba la noticia y estaría tranquila sabiendo que ella recibiría ayuda profesional.—Siempre te voy apoyar, ma.

La vi un poco nerviosa pero estaba feliz de encontrar un nuevo camino.

Nos despedimos y finalmente me quedé sola en la habitación.

No era tan grande como mi cuarto pero se veía limpia y acogedora, había una cama, un closet, un escritorio que me había traído de mi casa y un baño privado. Empecé a desempacar todo y a organizar para tener todo despejado.

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