Capituló 8.

750 99 3
                                    

Jeongin llevaba tres días de búsqueda exhaustiva sin hallar nada más que la mochila de Hyunjin y algunos testigos visuales. Comenzaba a desesperarse, pues realmente no tenía mucho material a su favor.

*Flashback*

Luego de salir del departamento con un gran nudo en el pecho y el estómago doliendo por la angustia, caminó dispuesto a buscar alguna pista, y gracias a su instinto observador, la encontró.

En un callejón cercano a la casa halló la mochila que Hyunjin portaba el día anterior, con un poco de tierra encima, escondida entre las bolsas de basura.
Evidentemente, quien se lo llevó había intentado cubrir sus huellas, pero no lo logró muy bien. El amarillo del bolso resaltaba perfectamente entre el negro del lugar.

Dentro estaban sus llaves, su celular con todas las notificaciones causadas por él y sus útiles, lo ordinario. Lo desconcertó, pues no le habían robado nada, cosa que usualmente sucedía en la ciudad. Casi siempre había una víctima acompañada de un robo.

No había firmas, no había nada que delatara al culpable, pero no era muy complicado deducir quién había sido el responsable. SKZ seguramente había escalado de nivel, pensó. Aunque seguía sin encontrar el sentido del rapto, ¿por qué él?, odiaba admitirlo, pero su amigo no era ni el más fuerte ni el más valiente chico de Seúl.

No veía una razón para que se lo llevaran.


𖥸

Ésa misma tarde, el pelinegro fue a la estación de policía junto con la poca evidencia que había recolectado y su testimonio basado mayormente en suposiciones. Tenía la esperanza de que las autoridades supieran qué hacer, que ésa mochila fuera útil, esperaba que se iniciara una investigación justa.

Sin embargo, no consiguió nada cercano a eso.

— ¿Espera que con ésto abramos un caso?, señor, con todo respeto, si acepto su denuncia será una pérdida de tiempo. — habló con seriedad el teniente.

— No me diga cosas así, por favor, es mi amigo y sé que corre peligro. — rogó conteniendo su llanto — Ayúdenme...

Largó un suspiro —Daré la alerta de desaparición, tal vez alguien lo vió antes del secuestro, ¿feliz?

— Gracias oficial... — le seguía sorprendiendo la baja calidad que tenían los policías de Seúl.

*Fin del flashback*

Pasaban los días y apenas habían llamado dos personas diciendo que creían saber algo al respecto.
Una señora que juró escuchar gritos de auxilio muy agudos, seguidos de risas maliciosas. Y un chico que le describió una camioneta negra, con vidrios polarizados y sin placas, que había estado en el lugar de los hechos.

Le servía, claro, pero no lo suficiente.
Cualquiera pudo gritar, muchos autos tenían las ventanas protegidas, y en la ciudad era común que varios no portarán placas. Maneras extrañas de cuidarse.

Mientras más vueltas daba al asunto, más se daba cuenta que no estaba llegando a ningún lado. Y que, desgraciadamente, nadie lo ayudaría a encontrarlo.
No quería resignarse, se negaba rotundamente a dejar la desaparición de Hyunjin como cero a la izquierda, pero presentía que las cosas se harían cada vez más difíciles conforme continuará intentando.

Además, su gran carga de culpa nublaba su juicio constantemente, haciendo que su carácter alegre y positivo habitual cambiará drásticamente a uno pesimista y lleno de molestia. El peso de haber sido el último en verlo, y de haber pasado por alto las señales de alerta que el mismo menor le daba era difícil de soportar, a pesar de sólo haber transcurrido tres días.

Debió creerle la última vez que aseguró estar bajo la mira de alguien.

• D A N G E R O U S   L O V E R S •

Mientras tanto, la situación empeoraba para Hyunjin cada vez que 24 horas se cumplían. Minho no había mentido al decir que "sólo era el comienzo", sus torturas subían de nivel según el ánimo de los verdugos o los resultados que se reflejaban en el rubio.

En tan sólo tres días, el menor había perdido gran parte de su timidez y amabilidad, comportándose agresivamente en varias ocasiones. Sumado a ésto, los medicamentos —llenos de químicos nocivos— le comenzaban a provocar alucinaciones auditivas y visuales, la gravedad de éstas dependía de su estrés.

Los electrochoques siguieron, hasta llegar a los 200 voltios por descarga. Los golpes eran más fuertes y las cortadas más profundas. Lo habían dejado en ayuno por un día y medio, sólo dándole agua —con fuertes concentraciones químicas—, y manteniéndolo encerrado durante la abstinencia. Siempre procuraban llenarlo de insultos y gritos, aumentando su estrés, provocando que Hyunjin se rasguñara el rostro y los brazos en un intento por controlar sus demás síntomas. Y como cereza del pastel, Minho se encargaba de curarlo y hacerle pensar que realmente no estaba mal todo el daño que le infringía, se esforzaba por convencerlo de que estaba haciendo lo correcto para él.

Hyunjin entre tantos pensamientos vagos e incoherentes, empezó a creerle a su mayor. Tomando esos pequeños momentos de dulzura como fortaleza para resistir el infierno. Sin darse cuenta, y sin ser realmente posible, el rubio estaba al borde de caer al abismo, un abismo llamado Lee Minho. Aunque, al ver aquella sonrisa que le otorgaba, por más diabólica que se llegara a percibir, la idea de enamorarse no le parecía tan descabellada.

De hecho, en el estado mental que ahora tenía, nada se le figuraba como una locura.

Dangerous Lovers 「 Minjin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora