Capituló 6.

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Minho pretendía romper la mente de Hyunjin en tan sólo una semana, no se daría más tiempo para lograrlo. Le gustaban los retos, y arrebatarle la cordura a un chico tan inocente en siete días era un desafío enorme.

Más no imposible.

Para éso, usaría los obsequios de Seungmin. Una máquina portátil de electrochoque, medicamentos experimentales y navajas —las cuales venían grabadas con diseños identificativos de cada miembro de SKZ—, éstos combinados con el encierro, palabras engañosas y acciones violentas, darían como resultado a un sexto trastornado para el grupo.

Ellos habían acabado así de mal gracias a muchos años de maltrato psicológico y físico, algunos más también por la soledad. Ahora su meta era concentrar todo ése daño en una cápsula, y reducir el período de efecto al máximo.

Minho conectó su primer instrumento, sonriendo al escuchar el ruido del encendido. Sabía qué tanta cantidad de corriente era mortal, y por éso mediría bien su potencia. El punto era descomponer a Hyunjin, no matarlo con electricidad.

— ¿Listo Hwang? — sostenía ambos polos de la máquina, el chico sometido negaba frenéticamente con la cabeza, aún llorando sin detenerse — Confía en mí, ésto es lo mejor para ti, lo agradecerás después.

Una primera carga de 80 voltios justo en los costados de su frente abrió la tortura. Rieron ante los movimientos desesperados de Hyunjin, animando al jefe para subir la intensidad, pues no parecía haberle hecho gran daño. Sólo unos pequeños temblores, creyeron que había sentido apenas un ligero pellizco.
150 voltios, incluso a través de la tela que lo oprimía se lograron escuchar sus gritos de dolor. Aún así, no separó los polos al instante, dejando fluir la corriente unos instantes más que la ocasión anterior.
190 voltios, ésta vez Hyunjin se hizo sangrar las uñas por rasguñar la madera con mucha fuerza, gritaba y lloraba sin control mientras los demás sólo se divertían con su sufrimiento. Minho hizo que ésa última carga durará más, por lo que causó escalofríos muy perceptibles en el menor, quien a duras penas había permanecido consciente.

— Ésto es sólo el comienzo — advirtió apagando la máquina luego de cinco minutos de choques eléctricos directamente en su cabeza — Aún queda mucho tiempo para el amanecer, ¿te parece si seguimos jugando? — nuevamente, negó rápidamente, siendo ignorado.

— ¡Me toca elegir! — Felix alzó la mano emocionado — Ése líquido rosa se ve prometedor. — señaló dicho frasco.

Había tres recipientes transparentes con medicinas de diferentes colores sobre la mesa —rosa, amarillo y café, como un helado napolitano—, ninguno estaba etiquetado, así que ni siquiera los verdugos sabían qué era lo que estaban usando. Pero, éso les aumentaba la emoción, pues amaban el factor sorpresa. Claro que, a la víctima atada no le parecía ni gracioso ni intrigante, más bien, lo angustiaba aún más el no saber qué le inyectaría.

Con una jeringa de larga aguja, Minho tomó una cantidad considerable del medicamento rosa. La acercó al antebrazo izquierdo de Hyunjin, mientras él continuaba rogando con sollozos y pequeños intentos de habla para que se detuviera.

— ¿Estás ansioso por saber qué es ésto, cierto? — ignoraba las lágrimas y movimientos de negación del menor — Sí, también nosotros.

Sin ningún tipo de cuidado, perforó la piel del rubio e inyectó la gran dosis de una sola. Ni siquiera se tomó la molestia de verificar que había dado en una vena y no en el músculo, pues realmente, en cualquier caso, no le importaba tanto. Aún así, algo le causaría, y entre peor fuera el resultado, mejor.

Tardaron en verse los efectos del medicamento, pero un par de minutos después Hyunjin comenzó a temblar, movía las manos y pies frenéticamente, y sus ojos estaban bastante inquietos, aunque su mirada se notaba bastante pérdida, no enfocaba ningún punto.

Aquel líquido le estaba provocando convulsiones leves, acompañadas de una fuerte sensación de paranoia y mareos, los cuales no se detuvieron hasta siete minutos después. Efectos poco comunes y difíciles de resistir, sin embargo, él los soportó sin caer inconsciente. Cosa que le haría aún más imposible el salir de allí.

— Sabía que tú eras el indicado, empezamos con algo potente y aún sigues vivo. — sonrió con orgullo mientras Hyunjin aún estaba agitado — Veamos si aguantas más.


𖥸

Daban las 8:00 a.m, Jeongin se encontraba en la entrada de la Universidad esperando a Hyunjin.
La noche anterior le había hecho más de veinte llamadas y enviado decenas de mensajes después de resolver sus asuntos familiares, mismos que nunca vió siquiera. Él tampoco lo había contactado como prometió hacer.

Se preocupó, pues lo había dejado irse solo a casa, y temía que algo le hubiera sucedido. Muchos malos pensamientos llovían en su cabeza, no quería prestarles atención, pero viviendo en un lugar tan peligroso, no era sencillo ser positivo.

— Señor, ¿va a entrar o no? — cuestionó serio uno de los prefectos que cuidaban la reja, sacando al pelinegro de su trance.

— Sí... Lo siento. — mirando detrás de él, ingresó al campus con un nudo en la garganta.

Durante toda la mañana mantuvo un semblante serio para ocultar su preocupación, le costó bastante poner atención a sus profesores, y ni siquiera probó bocado en el almuerzo. Necesitaba salir ya, y verificar que su pequeño amigo estuviera a salvo.


𖥸

Inmediatamente después de que sus clases terminaron, dejó el campus prácticamente corriendo y se dirigió rápidamente al departamento de Hyunjin para buscarlo. Para su suerte, no estaba demasiado lejos, unas cuantas cuadras.

Trató de creer que sólo se había quedado dormido y que por éso no sabía de él. Aunque tenía un mal presentimiento, pues el menor no solía dormir mucho, ni faltar a la Universidad. Cada idea que llegaba a su mente sólo servía para aumentar su angustia y estrés, lo peor es que le era imposible parar de pensar.

— ¡Hyunnie! ¡Hora de despertar! — gritaba tocando la puerta repetidas veces — ¡Hyunjin!

Al no recibir respuesta alguna durante varios minutos, a pesar de golpear la madera con fuerza, sacó el juego de llaves que su amigo le había dado exclusivamente para emergencias, y bueno, la situación se podía catalogar como una. Abrió con algo de impaciencia y entró haciendo bastante ruido, esperando ver al rubio con un semblante adormilado y confundido por el allanamiento. Pero éso no pasó.

No había ni un sonido en el apartamento, ni siquiera parecía que Hyunjin hubiera llegado la noche anterior. Las ventanas permanecían cerradas, la cocina ordenada y sin trastes en el fregadero, todas las luces apagadas, nada denotaba haber sido usado recientemente.

No encontró su mochila, tampoco su teléfono o llaves. Y luego de registrar el lugar, una presión se instaló en su pecho. Su mejor amigo no estaba allí, y no tenía señales de donde podría estar.

Lo último que sabía era que caminó dos cuadras él solo, casi a las 7:00 de la noche, y nunca llegó a casa. Muchas pistas no tenía, pero sí mucho miedo, y una sensación pesada de culpa por ser la última persona que lo vió.

Dangerous Lovers 「 Minjin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora