La noche comenzó a caer, y el grupo de seis dementes salía con rumbo al centro de Seúl para cumplir el capricho de JinJin.
En su camioneta negra blindada cargaban con el armamento necesario y botiquín en caso de emergencias, además de chalecos antibalas. Claro, que siendo honestos, ellos jamás los usaban, confiaban mucho en sus habilidades de escape y en la poca puntería de la policía.Además, a las autoridades no les convenía tirar a matar. Tenían acuerdos que no debían romperse. Pero, no les costaba nada ser algo precavidos.
Antes de iniciar el caos, se estacionaron cerca de la Universidad donde Hyunjin estudiaba, gracias a una petición de él.
— ¿Puedo ver a Jeongin antes de empezar?, quiero decirle que estoy bien. — suspiró ligeramente muy abrazado a su nuevo novio.
— Claro, vamos. — bajaron del auto, por precaución, nunca dejaban la camioneta estacionada muy próxima a ellos. Así podían tapar su ubicación sin mucho problema.
Se colocaron chamarras con capuchas negras para cubrir sus ropas de colores brillantes y sus rostros. La hora de revelarse aún no llegaba. Sería la primera vez en que los habitantes verían las caras del crimen, así que querían que fuera en un momento especial.
Hyunjin los guió hasta el departamento donde vivía, pues pensó que podría estar cerca de allí, y no se equivocó. Jeongin salía de aquel edificio —el que antes era su hogar—, con la mirada baja y sin prestar atención a su alrededor.
No quería asustarlo demasiado, así que les pidió que lo dejaran ir con él solo, así podría intervenir su camino sin mucho alboroto.Caminó de frente hacia él, y como lo esperó, casi chocaron debido a la distracción del pelinegro.
— ¡Ay! Lo siento... — frenó en seco justo unos centímetros antes del golpe — No ví por donde iba. — alzó la mirada apenado por su barata disculpa.
— Lo sé Innie, no te preocupes. — retiró el gorro que cubría su identidad — Al menos era yo y no una anciana decrépita. — soltó una leve risa.
— ¿Hyunjin? — se quedó un par de segundos en shock, acunó las mejillas contrarias entre sus manos, y cuando confirmó que era real y no un espejismo, sonrió con extrema felicidad — ¡Hyunjin eres tú, estás vivo!
Lo jaló hacia sí, juntándose en un fuerte abrazo, causando que un peli-blanco hirviera de celos a lo lejos. Jeongin no podía creer lo que sus ojos veían, después de siete infernales días, al fin lo tenía enfrente. Claro, su frustración seguía ahí, pues sabía que su amigo no estaba allí a salvo gracias a él, a pesar de sus constantes intentos.
— ¿Dónde Estuviste?, ¿quien te llevó?, ¿te hicieron daño?, ¿por qué te teñiste el cabello? — preguntó frenético.
— Estuve con SKZ, no me hicieron daño, sólo me hicieron algunos cambios... Incluído el color de cabello. — señaló sus hebras rosadas con una sonrisa inocente.
— Lo sabía... Ésos Malditos. — bufó para luego continuar con su duda — ¿Cambios? ¿Qué clase de cambios?...
— Pronto los notarás. — dijo juguetón, tono que a Jeongin le extrañó. También se dió cuenta de la actitud despreocupada y animada de su amigo, cosas que no lo definían realmente. Mucho menos cuando hablaba de algo malo.
— ¿Qué te ocurre?, estás diferente, en el mal sentido... — lo miró a los ojos, no logró ver aquella chispa dulce que identificaba a Hyunjin — Nunca hablarías así después de una situación como la que pasaste...
— ¡Bingo!, ése es el primer cambio, me volví menos llorón. — festejó extendiendo ambos brazos hacia arriba.
— Dime por favor qué fue lo que pasó, ¿para qué te querían? — colocó sus manos en los hombros contrarios con total desconcierto.
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Dangerous Lovers 「 Minjin 」
أدب الهواةHyunjin era un chico tímido, inocente, con muchos miedos e inseguridades. Él vive en la peligrosa capital, Seúl, en donde hay constantes olas de crímenes. Siempre ha estado protegido por su mejor amigo, Jeongin, quien le inspira seguridad al salir a...