Terreno de partida

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Soy yo en una pequeña plaza, una plaza que más bien es una gran calle que tiene un mercado y varios edificios de hecho es un largo edificio que se divide en varios, ahí vivo con mi familia, una de mis tías tiene su negocio ahí, es un salón de belleza muy popular o al menos lo era desde que puso su local, aquí las cosas no van bien.

Este edificio es muy cambiante. En la planta baja hay varios locales y al fondo un pasillo que lleva al estacionamiento o más bien un gran patio que lleva a la calle, en el primer piso hay un mercado de verduras, un gran pasillo donde hay más locales uno al lado del otro, los puestos siempre parecen estar llenos de gran cantidad de estos alimentos. En el segundo piso otro largo pasillo con puertas cada una lleva a una habitación estas son pequeñas, con paredes delgadas y varios arreglas de madera y finalmente en el tercer piso es como un gran almacén con algunos otros cuartos abandonados usados como bodegas.

Cruzando del otro lado de la calle se encuentra el mercado principalmente de comida, siempre puedes ver a la gente de un lado para otro comprando o vendiendo y las lonas rojas que cubren del ardiente sol ya son un elemento natural en esta colonia. Hay un señor de cabello blanco que intenta ayudar organizando toda la multitud parece ser el dueño del mercado, se asegura de que el flujo de personas sea constante abastecer los puestos y arreglar los puestos, parece bueno pero tanta presión y frustración lo ha enloquecido, parece que no puede dejar de trabajar y eso está repercutiendo a su salud.

Hoy es un día como cualquier otro, no hay mucho que hacer más que correr buscar en la basura y reír con amigos, no hay escuela esta fue destruida en una batalla y posteriormente se convirtió en cuartel de la milicia. Muchos chicos quieren jugar futbol, pero a mí me gusta experimentar con la chatarra y tecnología que abunda por aquí.

Antes de cerrar la escuela me hice amigo de varios chicos fuera de mi colonia ellos vienen a visitar el mercado de vez en cuando, este mercado es famoso entre las comunidades vecinas y siempre es un gusto verlos y reír juntos, ellos son la chispa en mi vida.

Estoy corriendo, siguiendo la calle en un momento todos los gritos, bullicios y autos desaparecen en un momento, la calle continua y ya no hay nada más que algunas casas, chozas de madera y escombros de lo que era alguna vez un lindo hogar, más allá de la calle las personas no son amistosas son muy resentidas y poco amigables por eso no suelo ir allí, pero es un lugar muy bueno para jugar. Arriba en la montaña hay una especie de granja y más arriba son edificios grandes como departamentos nunca he visto a los residentes salir de su territorio, pero en la noche se pueden notar las luces de las ventanas que me recuerda a estrellas o bolas de fuego.

―Ya es tarde ―El sol se está poniendo.

Me dirijo a mi gran edificio subo las escaleras de madera y acero mi familia está discutiendo.

―Esa señora nos debe un dineral y no podré hacer las cuentas con las demás.
―Pero hay que decirle.
―No la encuentro se fue y solo nos dejó una camioneta como garantía, eso no nos servirá para pagar... y ya no tenemos clientas.

Rápidamente e ignorando más sobre la tensa conversación que tenía mi madre y mi tía solo tome mi plato de comida y me dirigí a mi escondite mi refugio, nadie viene aquí y es como si me aislara del resto del edificio, solo con mi colchón una linterna mi mesa de trabajo y una ventana con la que puedo ver tanto la calle y los puestos que la conforman como el cielo nocturno. simplemente dormiré un día más.

Algo me despierta se escuchan gritos, escucho el sonido de una ventana rompiéndose, se escuchan explosiones pequeñas como de petardos y cohetes, puedo notar los destellos de luz desde la ventana, pero no me atrevo a asomarme me dispongo a mirar hasta que me gane el sueño otra vez.

Al día siguiente Lisandro, Rodrigo y Alejandro vinieron de visita viene a comprar provisiones las verduras de aquí son famosas y Rodrigo es especialista para encontrar reliquias perdidas en los mercados, juguetes y revistas perdidas siempre abundad.

Se escuchan a la multitud. ―¿Supiste lo de anoche? ―Esos malditos solo buscan problemas, no se llevaron nada. ―Por suerte este lugar esta resguardado, tuvimos que.

La policía no nos ayudara asique hay un ambiente tenso pero la presencia de mis amigos me alivia un poco. Alejandro consiguió un trabajo de la nada en un puesto de fruta una chica solo se le acercó y le dijo, ―ahora trabajas aquí. ―Le dio un mandil y lo puso a trabajar.

No podía hacer nada más que reír y decir ―Ni siquiera tuve que pedírselo. Haciendo un chiste de la situación que surgió de la nada y sin darme cuenta, todo fueron risas y caminar mientras hablábamos, la verdad no participe en la mayoría de las conversaciones en las que mis amigos si al finalizar solo se fueron.

El edificio estaba muy oscuro me encontraba en mi escondite lo último que oí de mi madre fue
―¿Que haces?
Y solo grite. ―Sentado mirando el horrible panorama por la ventana. ―Mientras una señora me siseaba algo, solo la vi en la ventana mirándome fijamente y por alguna razón podía escuchar como siseaba, desde entonces no volví a ver a mi madre.

Mi familia se había ido, primero mi tía junto su esposo y mi primo, finamente mi madre, no sé cómo no lo había notado una mañana solo me desperté con solo mi madre y mi abuela después solo y madre y finalmente me quede solo, me quede esperando, viendo como los días pasaban para mí no pude notar el pasar del tiempo solo después de tres días acepte la verdad y no pude más que llorar.

Un futuro cruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora