El pequeño niño soviético estaba encima de la alfombra roja terciopelada jugando con sus juguetes hasta que tocaron la puerta.
URSS: ¿Quién podrá ser? —Se levantó y fue hacia las enormes puertas y las abrió para ver quién era.
Francia: Hola pequeño, ¿está tu padre en casa?
URSS: Sí, está en su estudio, si gustas lo llamo.
Francia: ¿Tu madre también está en casa?
URSS: No, ella está en Alemania con mis abuelos.
Francia: Ya veo, entonces llama a tu papi, por favor.
El imperio ruso iba bajando las escalinatas y al ver al francés parado al lado de su hijo, fue a paso rápido donde ellos.
Imperio Ruso: Francia, ¿qué te trae por aquí?
Francia: Quería jugar contigo juegos de mesa.
Imperio ruso: ¿En la mesa?
Francia: sí, en la mesa.
URSS: Pues claro papá, ¿dónde más se podrían jugar los juegos de mesa?
Francia: En muchos lugares URSS, en muchos lugares.
<...>
El soviético estaba con unos papeles comprobando los números que decía ONU hasta que entendió a que se refería Francia y lo apuntó con el dedo en medio de la reunión, ignorando a todos.
URSS: ¡Maldito francés! ¡Al fin entiendo a lo que te referías con los juegos de mesa!
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