El ruso soltó un largo suspiro, se sentía nervioso, luego de lo que había pasado con USA no sabía cómo volver a verlo a la cara, si no fuera por sus hermanos, seguramente estaría en su habitación encerrado; al ver que el americano estaba solo en una mesa caminó hacia él y tomó asiento casi a su lado.
Rusia: Hola...
USA: Hola Rusia, supongo que vienes a hablar de lo que paso, ¿no?
Rusia: Sobre eso, ¿te parece empezar de nuevo?
Por el tono de voz del mayor y sus manos apretando el pantalón debajo de la mesa, era claro que no sabía que hacer por lo ocurrido y eso enterneció el corazón del norteamericano, parecía que hablaba con ese niño que alguna vez cuido, haciéndose el fuerte cuando por dentro estaba muerto de miedo.
USA: Rusia.
Rusia: Mira, sé perfectamente que estuve mal, hice muchas cosas cuestionables e imperdonables a ti y a muchas personas, pero siento que es lo correcto.
USA: Rusia, escucha.
Rusia: Y claro que entenderé si quieres que nos tomemos un tiempo para pensarlo, yo ya lo hice y es justo que tú también lo hagas antes de decir cualquier otra cosa.
USA: ¡Rusia, escúchame!
El eslavo se calló y lo miró, ya se esperaba lo peor, iba a volver a perder a su mejor amigo por una estupidez que dijo, hizo sus manos puño debajo de la mesa antes de que el estadounidense hablara.
USA: Bien, gracias. Y lo que te quería decir es que yo también te amo.
Rusia: ¿Qué? Pero yo...
USA: Sí, entiendo que cuando lo dijiste no era el mejor momento y yo no debí haberme ido así sin más, por eso, como veo que tú dejaras este tema de lado, tomaré la iniciativa. Rusia, ¿quisieras ser mi pareja?
Rusia: USA... —Las palabras no salían, balbuceaba su respuesta sintiendo sus mejillas arder, ¿por qué ahora parecía tan pasivo? Quizá porque nunca había estado en una relación con un hombre.
USA: No digas nada, te ves tan lindo así, deja que te tome una foto.
El ruso miraba como el menor sacaba el teléfono para tomar la foto, en ese momento sintió un impulso y jalando del brazo al contrario, lo besó en los labios, a los segundos el de gafas negras correspondió; se abrazaron sin decir nada y se quedaron así hasta que Canadá fue a buscar a su hermano para ir a casa, aunque le costó que los tortolos se soltaran y se despidieran.
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