Nota:
Este capítulo será narrado por Alex en un intento de comprender las emociones y actitudes del personaje. Sin más que
decir, disfruta la lectura.El sonido de los latidos de tu corazón se ha tornado mi canción favorita.
Mis pensamientos se mantienen entorno a ti, se estancan en ti, en tus pecas que se asemejan a las chispas de chocolate de las galletas, en tus ojos que parecen copia del cielo, en tu cuerpo tan delicado... Es un posible ejemplo del nivel de impacto que causas en mí. Probablemente creas que estoy loco pero al fin y al cabo quien siente amor lo está.
Era extraño, el notar como las piezas para piano sin sentido podían adquirir significado con solo conocer a una persona. Una persona que sin pedirlo ha entrado en tu vida revolucionando tu mente y abriendo tus ojos... El punto es que le pertenezco a ella y eso es lo único que ahora sé. Otra vez me concentro en el hecho de que mi mente se ha convertido en mi peor enemigo.
¿Por qué?
No por algo malo, sino que, ha descubierto la más sencilla manera de distraerme y ensimismarme. He encontrado la forma en la que mis ojos se quedan en ti, la forma en la cual hacerte reír sin parar hasta que olvides que tal vez no soy tan agraciado como los chicos que se encuentran descritos en las canciones que escuchas o en los guitarristas de tus bandas favoritas. No me disculpo, ya que a mi manera he logrado mucho más de lo que en un principio me propuse contigo, he logrado tocar la pieza de piano para Elisa sin equivocarme y con el sentimiento recorriéndome desde la punta de los dedos de mis manos hasta mi cabeza.
El olor a arroz quemado por primera vez me genera gracia, me hace feliz. Ahora, ese extraño olor producto de un descuido me recordará a este momento tan natural que vivimos en tu casa.
Me gustaría plantearte tantas cosas y maravillarte con relatos que nunca sucedieron pero no puedo, mi mente solo recuerda la partitura que practiqué ayer en el piano y aunque lo intente eso no será suficiente para cautivarte pese a que la mejor manera de atraerte es la música... Irónico que la ames tanto sin saber su teoría o su metodología, tu amor va por lo hermoso que a simple vista es, conoces lo complejo de ella pero sientes como si eso en cierta parte arruinase tu experiencia... Eres extraña y eso me gusta de ti, pecas.
Eres irónica, eres una contradicción, eres simplemente tú y prefiero eso, a que vivas encerrada para siempre en la burbuja de tu mente.
Lo siento, seguramente sueno estúpido y para nada masculino. Pero sinceramente pienso que las palabras y los sentimientos carecen de género y en sí no los necesitan, no tienen la necesidad de ser expresados de una manera y me siento aliviado de ello.
Son palabras y pensamientos que nunca sabrás, se quedarán en los rincones de mi mente y probablemente en los de Jasper si aún conserva esa memoria tan impresionante que siempre ha tenido...
A la hora de la cena en casa de la pecosa no pude evitar sonreír al escuchar la declaración de su mamá cuando nos disponíamos todos a comer.
―Aún no comprendo cómo pudiste quemar el arroz, Isabelle. Si es cierto que eres demasiado distraída pero rara vez quemas algún alimento... Por suerte lo apagaste a tiempo y solo se quemó por debajo. ―Su cara mostraba algo de disgusto pero al verme reír ante la situación y el comentario, mostró una cara de complicidad que nunca olvidaré. Creo que descubrió que fue lo que pasó y la sonrisa de mi suegra me puso algo nervioso.
―Es que esa hornilla anda más rápido cuando uno está distraído, porque cuando estas encima de ella esperando se tarda 5 siglos y 4 décadas. Me distraje hablando con mi compañero de cocina, él es el culpable original de todo esto. ―Declaró cierta pecosa de ojos mar a regañadientes sirviendo la comida en los platos.― El punto es que no se quemó tanto y todavía es comible.
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Éxtasis [2do libro Trilogía Frónesis]
Novela JuvenilAngie... Angel... Luz... Ojalá se me dijera cómo brillar siendo feliz sin preocuparme tanto por como los demás me insisten en mostrarme, según ellos, la forma correcta para hacerlo. Sucumbe al impulso tan frenético de la mente. Volvimos a sucumbir...