Capítulo VI. Lo que pienso y lo que digo, no coinciden en lo mismo.

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Usualmente solía creer que las personas que eran incapaces de confesar la verdad de sus pensamientos eran personas que eran hipócritas por nacimiento.

Que el simple hecho de apenas ocultar esa opinión tuya sobre algo o alguien podría significar que traiciones tus creencias o gustos solo por evitar futuros mal entendidos. Odiaba las personas que cambiaban de la noche a la mañana, que se transformaban en lo que un principio decía detestar, las odiaba porque demostraban que uno puede ceder a faltarse el respeto de tal forma solo por obtener algo que ni siquiera era vital o importante para ellos, algo como aceptación social.

Cuando intente platicar este pensamiento con Alex, el solo me miraba con cara de extrañeza sin entender cómo podía llenar mi cabeza con un pensamiento tan minucioso como ese. Claro que, en cierta parte agradecía el que quisiese escucharme.

Él era de las personas que no se preocupaban por los demás a menos de que fuese algo realmente grave, y yo, por mi parte me preocupaba por pequeñeces como esa si la persona había tenido pláticas a profundidad conmigo.

Estábamos en el centro comercial caminando a la espera de los amigos del azabache, y yo seguía pensando en lo que en un principio llenó mi cabeza mientras miraba vitrinas sin buscar algún objeto en específico. Le cedía a mi mente malgastarse el tiempo pensando exhaustivamente en cosas que, de tanto sobre analizarlas me perjudicarían más tarde.

—¿Quieres comentarme que corre por tu cabeza? ―A veces parecía que leía mi mente, eso en parte me aterraba y al mismo tiempo me extrañaba, pero agradecía el gesto.

―Te lo comentaría, pero con lo apegado que eres con tus amigos seguramente me lo tomarías a mal. No me malinterpretes, pero prefiero guardarme este comentario para mí misma, pues al final estoy casi segura de que a ningún ser humano con buen corazón le gustaría oír críticas de sus amigos. ―Comenzó a reír escandalosamente y yo me extrañé.

—¿Yo? ¿Apegado a mis amigos? Estoy mucho más que consciente de que Lysander es un asco de persona y de que Max es muy influenciable. Maggie es la única que es salvable de ese trio, a veces me molesta que tenga un novio tan idiota, digo, no es que me guste Maggie, solo que siento que, si Lysander en algún momento habla mal de ella, Max no va a defenderla y solo le seguirá el juego al mal teñido aquel. ― atónita, no dude en darle la razón. ―Sigo allí porque pese a que hablan mal de mí y a veces me utilicen, les sigo teniendo el mismo cariño que les tuve cuando llegué a la academia. Fueron los únicos que me hablaron y eso lo agradezco mucho, me gustaría bastante que cambiasen esa actitud tan maldita que tienen, y siempre les digo lo mismo, pero de mi ellos no escuchan ni una palabra a menos que lleve el nombre de una chica.

Al menos admiraba su honestidad sobre el tema de sus amigos, creí que él sería mucho más apegado a ellos, ya sabes, de este tipo de chico que incluso sobrepone los intereses de sus allegados antes que los suyos. Alexander siempre me demostraba lo contrario, pero no sé por qué carajos yo seguía pensando igual.

Estoy demasiado paranoica, creo que debo bajarles un poco a mis emociones.

―¿Me dirás o te harás la interesante por más tiempo? En el caso de que no me digas, y de querer torturarme más tiempo... Podrías, tal vez, no lo sé, intentar aplicar la coquetería de morderte el labio. ―Le di un puñetazo en el hombro― Era una broma, pero en serio, dime, no me gusta que te encierres.

―Solo una idea estúpida, ya sabes que el cambio de personalidad en los seres humanos puede conducir a que otras personas le traten con hipocresía. Digo, a no todo el mundo le va a gustar como es tu nueva personalidad, pero tratar a alguien de manera "políticaˮ me parece otra manera de ser hipócrita, nadie debería soportar estar rodeado de alguien que no le agrada solo por hacer feliz a alguien más... ¿Entiendes lo que te digo? ―Me dedicó una mirada llena de extrañeza― Es como las personas que cambian de la noche a la mañana transformándose en aquello que decían odiar solo por encajar, eso es una manera de faltarse el respeto. Así como aguantar a alguien que no te gusta porque otras personas sean felices, eso también es una falta de respeto.

Éxtasis [2do libro Trilogía Frónesis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora