9.Dos, Tres, cuatro

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En Karmland los héroe transitaba de una casa a otra con bastante facilidad. Incluso era conocido entre los pueblerinos la manía que tenian de hacerse bromas pesadas. Por eso, muchas veces se encontraban en la casa de algún compañero y no la propia.

Ese día ni el héroe Vegetta ni el héroe Rubius se encontraban en sus casas.

Y los hombres que trabajan para el alcalde notaron como aquella casa en forma de piramide era constante transitada y como había constante alboroto.

Ahora mismo, Vegetta y Quackity de encontraban en la habitación del híbrido haciendo un chequeo general, porque Quackity le dijo a Rubius que estaba mareado y este se asustó.

— Sí, Vegetta, he estado tomando todo lo que me pinches das, solamente me sentí poquito cansado. Tantito.

El ojivioleta suspiró.

— Es que no deberías sentirte tan cansado...

¿Las posiciones no estarían funcionando? ¿Lo habrá hecho mal?

Era cierto que ahora el híbrido pato se cansaba con mucha facilidad. Pasaba la mayo parte del tiempo sentado o recargados en alguna superficie.

No le apetecía comer, tenía que poner alarmas para no olvidarlo, porque no le daba nada de hambre. Simplemente era como tener un nudo en la boca del estómago de manera permanente. Aún así comía, comía todo, porque sabía que no era para él, era para el ajolotito dentro.

Tampoco dormía del todo. Todo los fantasmas del pasado lo atormentaban... La presión en el pecho era suficiente para sentir que no podía respirar. Ardía como el agua salada entrando a tus pulmones cuando te ahogabas en el mar.

Los recuerdos lindos lo hacían ponerse tan mal... Aún así se acurrucaba en los cálidos momentos, en los besos que se dieron y en el fuego de su propio odio.

Y aúnque él ardía en furia.

Su animal interno moría en el fuego.

Maldecía su naturaleza. Maldecía el momento en que se volvió un Omega con un lazo roto.

Porque eso estaba pasando, el lazo que alguna vez le dio soporte, ahora se está rompiendo, desgarrando su alma en el proceso.

Y aún que Quackity era fuerte, este es un hecho imposible de ignorar.

Y ninguna posión va a reemplazar ese lazo.

Vegetta observó al híbrido. Pronto cumpliría cuatro meses ya, aún que su vientre aún no era muy grande, era más evidente su embarazo, al menos ahora que no tenía el corset

— ¡Pero no pongas esa pinche jeta wey! — gritó el pato viendo la cara de preocupación del mayor – Vas a espantar a la Rubia y a mis primos y se va hacer pinche desmadre. — bufó — ¿No hay una forma de que lo veas o algo así?  ¡No sé!

Entonces a Vegetta se le ocurrió una idea.

Sacó de su mochila violeta un cubo de cristal y pidió a Quackity recostarse un segundo y descubrir su vientre, levantando la camisa blanca.

El híbrido pato sintió la fría mano del Alfa cubrir casi todo su abdomen.

Sintió un escalofrío, era muy incómodo que lo tocaran.

Sin embargo cuando el ojivioleta recitó unas palabras y aquel cubo comenzó a a brillar de un cálido naranja, un sonido lo dejó en completa conmoción.

Constante, despacio, conmovedor.

Un latido.

Latidos a un suave ritmo.

"La ruina de mi existencia" -LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora