¿¡EL FLIPANTE CUM-MAN!?

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Mi nombre es Sekkusu Yoi, mis compañeros me llaman Sex. Me encuentro trabajando como "Devil Hunter"  concretamente en la división especial N.º 4 de Tokio, aunque soy un poco nuevo. Les contaré mi historia porque estoy solo en mi habitación y no tengo nada mejor que hacer que escribir esto, total, de acuerdo a todo lo que oído, no creo que dure mucho.

Era un día normal, como cualquier otro, me encontraba paseando a mi hámster "Pussy". Todo era bastante bonito, paseaba prácticamente todos los días con él, claramente, al ser un hámster, lo único que hacía era meterlo en mi bolsillo y caminar despacito con él para que no se callera. Siempre que realizaba mi paseo, llegaba a la misma pregunta. ¿Qué quiero hacer con mi vida? La maldita respuesta golpeaba mi cráneo como siempre y la respuesta parecía haber escapado de mis posibilidades, siempre daba vueltas y lo intentaba debatir con Pussy, pero como es de esperar, era un hámster y no me hacía ni una pizca de caso. Aún así, era divertido pasear con él y debatir, parecía un loco, pero mis vecinos, que solían ser prácticamente los únicos que pasaban por ahí estaban acostumbrados porque si bien daba un poco de mal rollo, era lo de todos los días. La verdad es que era un tanto repetitivo, pero no lo habría cambiado por nada. Pensando un poco más en la pregunta que me planteé anteriormente, seguía con lo mismo, que si me debería sacar la universidad, que si debía empezar a trabajar ya, que si quería novia...

La misma cosa de todos los días. ¿Y qué si lo único que quiero es ser una ameba y quejarme de todo? ¿Y qué si no quiero hacer la universidad por miedo a no ser capaz de aguantarlo? ¿Y qué si no valgo para nada? ¡Ah, qué más da! Todo ese vaivén de preguntas y todavía no he comido todavía. Me fijé en mi reloj que ya tenía varios años. Creo que me lo regaló mi padre hace unos 5 años, o así. Estaba algo desgastado, pero funcionaba. Tenía un dibujo de fondo de un personaje con una sudadera gris y se destacaba por su largo pelo rojo y su cara de asco particular. Creo que era de...

De repente, sonó una especie de manguera, pero con muchísima potencia. Me encontraba descolocado y miré a mi alrededor, para mi sorpresa, una especie de chorro blanco un tanto fino había perforado una de las ventanas del piso en el que vivo yo y mi familia. No sabía como responder, debía correr hacia allá, pero, dudé un poco, esa pequeña duda llevó a que otro de esos chorros, uno más grande y grueso que el anterior perforara el balcón de mi casa, comenzaban a caer los escombros y seguía parado sin decidirme. Pensé en debatirlo un rato con Pussy, pero sabía que no era el momento. Antes de que me diera cuenta, ya había empezado a correr. No me considero o más bien, consideraba una persona muy físicamente activa, se me daba bien la gimnasia porque salía a correr con mi Padre, pero fuera de eso, nada. Sea como fuere, mis piernas corrían como si repentinamente fuera un héroe de cómic, los vecinos comenzaban a gritar, muchos se amontonaban también cerca de mi edificio que una vez fue poco concurrido. Aguantando a Pussy con una mano para que no se caiga, avancé como un relámpago golpeando el suelo, o como mi Madre con la chancla cuando descubría que suspendía Física. Esquivé varias personas, pero era relativamente complicado, pues entre la gente que salía corriendo, los que se encontraban parados por el miedo y los pocos que llamaban a las autoridades hacía que el esquivarlos fuera más laborioso de lo que me gustaría admitir. Corriendo y tirando algún que otro teléfono de los que estuvieran en mi camino, finalmente me hallaba delante de la puerta de mi casa, que se encontraba reventada como por un chorro de agua enorme a presión. Supuse que el infeliz que hubiera tirado esos dos rayos blancos líquidos no sabía que las puertas se pueden abrir sin reventarlas, aunque siendo sincero, si vas a atacar a una familia, no creo que te molestes en tocar a la puerta.

Nada más pasar por la puerta, o más bien, lo que restaba de esta me fijé en que el suelo parecía más blanquecino de lo habitual. El piso donde vivía era humilde, la cocina estaba cerquita de la sala de estar, mi cuarto estaba lejos de la cocina, pero cerca del baño y el cuarto de mis padres se encontraba cerca de la cocina. Esto, junto con que el espacio era reducido en todas las habitaciones daba un aire un tanto claustrofóbico, como dijeron alguno de mis amigos tiempo atrás. 

Unos One-Shots que me han pedido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora