Atsumu abrió la puerta del local, dejando entrar primero a Shoyo, quien tímidamente buscó en su interior al equipo de voleibol, el cual no fue difícil de encontrar debido a todo el ruido que provocaban en medio de su celebración.
—Vamos —le dijo al más bajo, apoyando su mano en la parte baja de su espalda para guiarlo hasta las mesas que su equipo había reunido, sin darse cuenta de dicha acción. En cambio, Shoyo si lo notó y se sonrojó levemente por lo considerado que siempre era el rubio con él.
No como...
—¡Chibi-chan! —el pelinaranja dirigió su mirada hacia la dirección en la que escuchó la alegre voz de Bokuto, y, antes de que se diera cuenta, estaba siendo apresado por un asfixiante abrazo del mayor —. ¡Que alegría tenerte aquí!
—Lo mismo digo Bokuto-san... pero... no respiro.
—¡Vaya! Lo siento, lo siento —lo liberó con una gran sonrisa y alborotó los rizos naranjas con cariño —. ¡Vamos chicos, hagan un espacio para chibi-chan y Tsum-Tsum —todos hicieron lo que pidió y pronto Shoyo estaba sentado entre Bokuto y Atsumu con Tobio frente a él, quien había estado frunciendo el ceño desde que vio llegar a su novio con el capitán.
Atsumu agradeció mentalmente a Bokuto por haber prácticamente arrastrado a Shoyo para que se sentara a su lado y comenzara a hablar de sus días de secundaria, porque así pudo ocupar el espacio vacío a la derecha del pelinaranja y disfrutar de aquel pequeño momento junto a su ángel. Si alguien notó su sonrisa asquerosamente dulce, nadie dijo nada.
Tampoco hizo el intento de ocultar su sorpresa y molestia al enterarse de que su vicecapitán conocía a Shoyo desde hace años y no hizo nada al respecto para ayudarlo a acercarse a él.
—Me sorprendió bastante cuando me enteré de que estábamos en la misma universidad y me emocionó pensar que aplicarías para el equipo de voleibol, fue desilusionante saber que solo Kageyama estaría jugando —Atsumu prestó especial atención ante lo dicho por Bokuto —. ¡Sin ofender! —se disculpó segundos después.
—No hay problema —Atsumu observó con una ceja levantada como Kageyama sostenía su vaso con fuerza y procedió a abrir esa caja de pandora que podía sentir en sus ansiosas manos.
Metafóricamente hablando, por supuesto.
—¿No sabía que jugabas voleibol? —preguntó con fingido desinterés mientras daba la vuelta a las tiras de carne que había puesto a asar momentos antes en una de las parrillas del centro de la mesa. Shoyo se giró para mirarlo con sus hermosos ojos muy abiertos por la sorpresa y un brillo que solo había podido apreciar mientras veía los partidos de voleibol o las prácticas.
Sintió un nudo en la garganta al recibir el brillo y la emoción de su mirada, pero tan pronto como llegó, se había ido.
—Jugué en mi último año de secundaria y unos meses en mi primer año de preparatoria, pero lo dejé después de tener un accidente —todos se quedaron en silencio ante sus palabras. Como deportistas, sabían el dolor y la impotencia que se siente al tener que renunciar a su pasión por un accidente y no se lo deseaban a nadie, mucho menos a su rayo de sol residente.
—¡Era un pequeño cuervo! —Bokuto, como siempre, ignoró la tensión en el aire y continúo contando la anécdota.
—¿Cuervo? —preguntó alguien al final de la mesa, a quien Atsumu no se esforzó por prestar atención.
—Así le decían al equipo de Karasuno.
—Espera —dejó la carne a un lado y se centró únicamente en Shoyo —. ¿Fuiste parte del equipo de Karasuno? —el pelinaranja asintió tímidamente mientras jugaba con las manos entrelazadas en su regazo, Atsumu no pudo evitar dejar que su mirada se desviara hacia el suave movimiento de sus rizos —. No recuerdo haberte visto en el campeonato de ese año.
—Eso fue porque tuvo el accidente unos días antes de nuestro primer partido —la voz de Kageyama interrumpió a Shoyo antes de que pudiera abrir la boca, y sus hombros se tensaron.
—Ya veo —volvió a centrar su atención en la carne antes de que se quemara, y una vez que estuvo lista, la puso en el plato de Shoyo, para gran decepción de aquellos que esperaban conseguir un poco —. ¿En qué posición jugabas?
—Bloq...
—Era un señuelo —Atsumu agarró las pinzas con las que estaba poniendo más carne a asar con fuerza, y todos a su alrededor pudieron sentir cómo la tensión escalaba un piso.
Shoyo bajó la mirada mientras comía la carne que Atsumu había preparado para él, sin decir nada al respecto al ser llamado señuelo, cuando era bastante obvio para el rubio que quería decir más.
Afortunadamente, Bokuto no tenía filtro alguno.
—¿Señuelo? ¡Claro, y yo soy colocador!
Kageyama frunció aún más el ceño, si eso era posible, y miró al vicecapitán con disgusto.
—¡Chibi-chan prácticamente volaba en la cancha! Que su tamaño no los engañe porque estoy seguro de que puede saltar más alto que todos nosotros.
Atsumu sonrió mientras imaginaba a Shoyo rematando una de sus configuraciones con una gran sonrisa y chocando los cinco con él tras anotar.
—En uno de nuestros campamentos de entrenamiento, pudo rematar a través de tres bloqueadores que lo duplicaron en altura. Mi pequeño discípulo es el mejor, que no quepa duda al respecto.
Las expresiones de sorpresa no se hicieron esperar, y tampoco la sonrisa tímida del pelinaranja.
Atsumu apoyó el codo de su brazo derecho en la mesa y su mejilla en la palma de su mano mientras observaba a Shoyo hablar de las prácticas y partidos que tuvo como estudiante de preparatoria, siendo secundado por Bokuto quien tenía un buen número de anécdotas enseñándole a rematar junto a un tal Kuroo que le enseñaba técnicas para bloquear a los más altos.
Sus ojos brillaban como nunca mientras hablaba de sus antiguos compañeros de equipo, y Atsumu estaba seguro de que más tarde le dolerían las mejillas de tanto sonreír mientras escuchaba el balbuceo emocionado del pelinaranja.
Daría cualquier cosa por tener la oportunidad de colocar a su ángel, aunque sea un balón, y poder ver de primera mano la felicidad de Shoyo después de golpear el balón de voleibol al otro lado de la red.
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Boyfriend | Atsuhina
FanficSi había algo de lo que Atsumu estaba seguro, era que podría ser un mejor novio que Kageyama. *** Atsumu no era perfecto, tenía una actitud condescendiente con todos, excepto por unos pocos que se podían contar fácilmente con los dedos de una mano...