CAPÍTULO 15

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Venían por Levi, por supuesto. No podrían haber sabido de ningún modo que Eren estaría allí, y él, claro está, no iba a facilitarles el trabajo revelando su identidad. Los dos agentes, que se identificaron correctamente con sus placas como miembros de la policía federal, no presentaron una actitud belicosa a la hora de abordarlos, pero tampoco dieron mucha información sobre la razón de su visita. Uno de ellos, un hombre de color y mirada perspicaz, sólo se dedicó a observarlos en silencio; el otro, más alto y delgado que su compañero, explicó, escueta pero cortésmente, que debía tener la amabilidad de acompañarlos. Ninguno de los dos se opuso a que Eren los acompañara; simplemente intercambiaron miradas significativas cuando los dos jóvenes salieron de la casa fuertemente tomados de la mano. Aquellas no fueron las únicas miradas que recibieron, por supuesto. Mientras esperaba en el ayuntamiento, Eren recibió imperturbable las ojeadas de cuantos los habían visto llegar: de gordos y sedentarios oficiales sentados tras sus escritorios, de curiosas secretarias que oportunamente encontraban trabajo que hacer en las cercanías del castaño, de viejas administrativas que lo observaban por sobre sus anteojos... Pero a pesar de aquella intimidante inspección ocular, no fue interrogado ni maltratado en ninguna forma. De hecho, dos de aquellas atractivas secretarias se acercaron solícitamente a él: una a ofrecerle una taza de café, la otra un vaso con agua.

- ¿En verdad no necesita nada? - preguntó ésta última, una pelirroja de actitud sugerente.- No tiene buen semblante...

Y efectivamente, así debía ser. Su temperatura no había hecho más que subir mientras esperaba allí sentado a que Levi saliera del cuarto al que había entrado con el oficial encargado para hablar de algo "de suma importancia", tanta que ni Eren ni nadie más podía estar presente. Y desde entonces ya había perdido la cuenta de cuánto hacía que estaba en aquel banco, temblando levemente de frío, con la herida de su costado escociéndole más que nunca.

- Creo que aceptaré el agua, gracias . - dijo Eren, intentado corresponder a la sonrisa de la muchacha.

Parecieron pasar horas hasta que la puerta se abrió y Levi salió de aquel cuarto, pálido como un cadáver. Tenso y con el rostro casi descompuesto, se dirigió a Eren como si no hubiera nadie más en la gran oficina, y tomándolo de la mano le indicó con un gesto que podían marcharse. Preso por la curiosidad, Eren devolvió el vaso, agradeció y se despidió de las jóvenes casi con el mismo movimiento, mientras seguía el paso rápido de su amante hacia la salida.

- ¿Qué pasó?

- Después. - respondió Levi apenas moviendo los labios, mientras franqueaban las protegidas puertas del recinto.

Casi inmediatamente después tomaron un taxi que en diez minutos los dejó en la entrada de su casa. Solamente cuando estuvieron dentro, con la puerta perfectamente cerrada, Levi se echó en brazos de Eren dejando escapar un angustiado llanto contenido.

- ¿Vas a decirme qué diablos pasó?

- Nos salvó. - respondió apenas con un suspiro. - Nos salvó, Eren.

- ¿Quién? ¿Quién nos salvó?

-Mi madre... mi madre. - repitió, dejándose caer en los pulcros sillones de la sala, mientras Eren tomaba asiento lentamente a su lado.

- ¿Cómo es posible?

- Dejó una carta. Eso era lo que estaba escribiendo, eran los mismos papeles, los leí, era su letra... se incriminó, dijo que ella lo hizo...

- ¿Qué...?

- Dijo que lo tenía todo planeado con anterioridad, que los citó a ambos, que primero mató a mi padre, luego a Rod, y que decidió suicidarse porque una dama como ella prefería la muerte antes que la prisión...

Sangre sobre el hielo - Ereri (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora