EPÍLOGO

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Levi parpadeó un par de veces antes de poder abrir los ojos. La luz lo cegaba.
No la luz Divina, de eso estaba seguro; si estaba muerto, claramente no había ido al Cielo. Aquello que lo rodeaba era una escena más de lo que había sido el infierno para él en el último tiempo de su vida: paredes blancas, una sala aséptica, censores cardíacos en su pecho y una aguja clavada en el brazo izquierdo, alimentada por un suero desde lo alto junto a su cama. Un hospital. Otro maldito hospital.

- доброе утро (Dobriy den / Buenos días) - dijo una mujer a su lado, mirándolo con una sonrisa mientras le tomaba la muñeca para chequear su pulso. - ¿Cómo se siente? - agregó luego en un inglés bastante aceptable.

Cómo se sentía... Mal, maldita sea, se sentía mal. ¿Qué diablos era esto? No se suponía que estuviera en un hospital, sino en un cementerio o en el condenado infierno. Donde fuera, pero al menos con Eren.

- Se encuentra en un hospital. - explicó la enfermera, como si no fuera obvio. - Tuvo un accidente, cayó al río, ¿recuerda cómo pasó? - Levi giró la cara hacia otro lado. No tenía ningún interés de hablar sobre eso, menos aún en aquel momento, en que se sentía como si una tropilla de caballos salvajes le hubiera pasado por encima. - Llegó en muy mal estado, ¿sabe? Con paro cardiorrespiratorio e hipotermia grave. Tuvo la mejor atención, no tiene por qué preocuparse, pero de todos modos luego van a hacerle otros exámenes para comprobar si la exposición al frío dañó su corazón, o si la falta de oxigeno...

- ... o si la falta de oxígeno me jodió el maldito cerebro, ya lo sé. -interrumpió Levi de mal modo.

Si esa mujer hubiera sabido lo harto que estaba del mal funcionamiento de su estúpido y maltratado cerebro, tal vez no lo habría mirado de esa forma. Sintiendo que un mal humor incontrolable se apoderaba de él, crispando las manos sobre su rostro, maldijo al imbécil que le había salvado la vida. ¿Por qué lo habían sacado del río? Su amor estaba en aquellas frías profundidades, lo había tocado, lo recordaba perfectamente, se había aferrado a su cuerpo bajo el agua, no había sido una ilusión.

- Eren. - susurró, y una angustia asfixiante comenzó a cerrarle la garganta. - Eren...

- No se preocupe, todo estará bien. - lo consoló la enfermera. - Su amigo está afuera ocupándose de todo.

Levi quedó paralizado. Lentamente, incrédulo, elevó la mirada.

- ¿Qué ha dicho?

- Su amigo. - insistió la mujer con una sonrisa. - Él lo trajo aquí y se está ocupando desde entonces. Ahora está hablando con los médicos.

- ...

- ¿Se siente bien?

- Mi amigo... ¿cómo es él?

- ¿Que cómo es él? Alto, bien formado. Muy guapo, claro. - comentó en tono cordial mientras chequeaba los niveles del suero y los medicamentos. - Y simpático como parecía en la televisión. Fue un gusto conocerlo en persona. Verá, no sé mucho de deportes, pero por aquí nuestros patinadores son muy populares... Señor Ackerman, ¿qué le sucede? ¿No puede respirar? Le pondré una máscara de oxígeno...

- No... no... Llámelo. - susurró ahogadamente.

- ¿Cómo ha dicho?

-Llámelo, llame a mi amigo, quiero que venga.

- Vendrá en un momento, pero ahora respire profundo y...

- ¡Que venga ahora! ¡Necesito que...!

- ¡Tranquilo! Ahí lo tiene. - indicó la enfermera, señalando al recién llegado que se acercó sin prisa hasta detenerse a los pies de la cama.
Levi observó sin poder creer lo que veía, mientras sentía que su corazón comenzaba a partirse en pedazos.

Sangre sobre el hielo - Ereri (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora