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|𝙹𝚄𝙻𝙸𝙴𝚃𝚃𝙴 𝙱.|
Esa mañana adelanté todo el trabajo que pude. Aproveché los treinta minutos de descanso para ir junto con mi asistente al centro comercial que quedaba a unas calles de la editorial, puesto que, necesitaba comprar un traje llamativo, sofisticado y elegante para asistir a la entrevista con Kirschtein.
—¿Y qué opina de estos? —el rubio me muestra ambas opciones, pero ninguna logra convencerme, así que niego con la cabeza y sigo buscando entre los estantes con la esperanza de encontrar algo adecuado.
En cuanto mi frustración se hizo muy notoria, una vendedora se acercó para ofrecerme su ayuda y acepté sin pensarlo dos veces. La mujer me enseñó alrededor de diez o quince modelos, los cuales fue pasando poco a poco hasta que uno logró captar por completo mi atención, ya que era justamente lo que estaba buscando.
—¿Sabe? Ese modelo no se ha vendido casi —me entregó las prendas que correspondían a mi talla.
—Es comprensible, no todos tenemos buenos gustos —comenté mientras analizaba detalladamente aquel traje.
Segundos mas tarde, entré al vestidor y me tomé mi tiempo para vestirme. Al terminar, sonreí ampliamente al verme en el espejo, puesto que, el traje había superado mis expectativas y eso que yo me caracterizaba por ser una persona difícil de complacer.
Me miré una última vez en el espejo y luego, salí del vestidor logrando captar tanto la atención de mi asistente como de la vendedora, quien se veía realmente complacida con el resultado.
—Sin duda alguna ese traje fue hecho para usted —halagó Armin sin desviar la mirada de mí.
—Estoy de acuerdo —agregó la mujer de cabello castaño mientras me veía de arriba abajo una y otra vez.
—Eso es suficiente para mí —entré una vez más al vestidor y me cambié con toda la tranquilidad del mundo. Acto seguido, pagué el traje y salí de aquella tienda con una sonrisa victoriosa en mi rostro, ya que las cosas se estaban dando sin tantos obstáculos, lo que significaba para mí un buen augurio— ¿Quieres ir por un café? Yo invito —le pregunté al rubio y él asintió en respuesta.
En aquel centro comercial había muchas opciones disponibles, sin embargo, 'El Arte del Café'' fue la que más nos llamó la atención por su nombre y estética. Armin se pidió un frappé de frutos rojos y yo me pedí un affogato junto con una porción de brownie.
—No es mi intención ser aguafiestas, pero los treinta minutos de descanso ya acabaron.
—Lo sé —respondí con serenidad sin desviar la mirada de mi celular—, pero no hay mucho que hacer en la editorial. Adelanté gran parte de mi trabajo esta mañana y lo demás lo terminaré en cuanto vuelva de la entrevista —le di un sorbo a mi bebida—. Si te llegan a preguntar por mí, di que estoy en el mecánico por nada del mundo digas que estoy entrevistando a Jean.