James sonrió satisfecho, mientras observaba como Aaron se iba alejando hacía la oficina del director. Aimé me miró con odio y supe ahí, que la venganza llegaría tarde o temprano. Se fue con su grupo de amigas afuera de la cafetería. James volteó a verme, la preocupación reflejada en sus ojos.
-¿Estás bien? Lamento no haber podido llegar antes.
-Si... Estoy bien... -murmuré por lo bajo.
Joshep apareció a su lado, sonriendo.
-Él es idiota de nacimiento.
-Oh, ¿en serio? No me había dado cuenta -dijo Chris sarcásticamente,
-¿Quieres terminar de comer para irnos? -me preguntó James, omitiendo los comentarios de sus amigos.
-Está bien.
(...)
Luego de las clases, guardé algunos libros para poder estudiar para el examen que tenía mañana de biología y fui junto con James hasta su auto para poder irnos a casa.
Una vez allí, él me tomó de la mano y entramos, siendo recibidos por Sr. Tuko, quien maullaba y se restregaba en nuestras piernas, agitando la punta de su cola en alto. El ambiente se llenó de las risas de Jazmin, quien corría siguiendo a Sr. Tuko. El gato la miró y comenzó a correr, mientras seguía maullando.
-¡Sr. Tuko! ¡Regresa! -Jazmin gritó, con una sonrisa plantada en su rostro.
Cuando pasó frente nosotros, James la agarro entre sus brazos y la alzó sobre su cabeza. Jazmin gritó por la sorpresa.
-¡James, déjame!
-Deja al pobre gato -rió.
Sonreí, viendo la escena familiar desconocida para mi. Los maullidos volvieron, cada vez más cerca. Sentí como la bola de pelos clavó las garras en mis jeans y comenzaba a trepar por allí. Reí, mientras Sr. Tuko continuaba su recorrido por mi pierna. James dejó a Jazmin sobre su espalda, haciendo que sus finas y pequeñas piernas abrazaran su torso. Jazmin rió al ver al gato llegando por mi vientre y comenzando a trepar por mi abrigo. Yo no sabía que hacer, solo reía algo nerviosa.
-¡Gato malo! ¡Déjala! -gruñó James.
-Quiero ver hasta donde llega -lo contradijo su hermana.
Sr. Tuko llegó hasta mis brazos, acurrucándose y escondiéndose entre ellos, ronroneando. Acaricie temerosa su lomo, mientras éste se arqueaba sobre mi mano. Jazmin aplaudió a gusto.
-Un día lo encontraremos plantado al techo -la voz de Marie resonó en la sala, mientras salía de la cocina secándose las manos con un paño, sonriendo- Trepó la pared de alfombra que hay en la biblioteca. No se podía bajar y gritaba como loco. ¿O no, Jazmin?
-Si. Papá tuvo que subirse a una silla para sacarlo.
James la bajó, poniendo sus pies devuelta al suelo.
-¿Tienen una biblioteca aquí? -pregunté. Jamás había visto la casa completamente.
-Si. ¿Te gustaría verla? -me preguntó ella.
Asentí con la cabeza sin vacilar.
-James, ¿porqué no la llevas?
-Claro. Ve a dejar tu mochila a tu habitación.
-Vale.
Subí las escaleras y dejé la mochila sobre mi cama, aún sin soltar a Sr. Tuko. James estaba fuera, en el pasillo, esperándome.
-Es por aquí -señaló hacía otra escalera para ir a la planta superior. Lo seguí, observando cada rincón desconocido.
Él me guió hacía una puerta doble en madera tallada. Sr. Tuko ronroneaba y aquel sonido resonaba por todos los pasillos del tercer piso de la casa. James las abrió y encendió las luces, dejándome ver las muchas estanterías de tres secciones donde habían muchos, pero muchos libros.