Tu verdadero amor

Mi Adiós

No se como era capaz de hacerme esto, con lo que yo la quiero, me arrepiento de haber dicho estas palabras... Yo ahora me iría con mi padre y su novia, aunque a ella no la soporte, pero mejor eso que vivir debajo de un puente.

Tenia que coger varios trenes para llegar, me quedaría sin dinero pero no podría hacer nada... Supongo que mi padre me daría.

Antes de irme le dije a mi hermano:

Yo: Hugo, si por aquí preguntan por mi, no des explicaciones, solo di que me e ido.

Hugo: Esta bien hermanita, pero ¿estas segura de que te quieres ir?

Yo: Por supuesto, no me pienso quedar en un sitio en el que no quieren que este... Papa seguro que me acepta con el.

Hugo: Pero mama solo a tenido un cabreo tonto, se le pasará enseguida...

Yo: No importa, si quiere algo de mi, sabe donde voy a estar.

Y me fui de aquella casa. Estaba llegando a la estación cuando recibo una llamada de mi madre, cojo el teléfono y me dice:

Mamá: Cariño, siento mucho lo de esta mañana, por favor no te vallas.

Yo: Ya es muy tarde, he avisado a papá de que iría y ahora voy a ir, no para mucho tiempo pero iré.

Mamá: Bueno, ya lo que quieras, pero que sepas que esta vez te vas porque quieres. Aunque no se si aguantarás mucho en Los Ángeles con la tonta de la novia de tu padre.

Yo: Creo que eso ya es problema mio. Adiós

Colgué el teléfono bruscamente porque estaba un poco cabreada, esta mujer cada vez decía una cosa... No la entiendo. Pero ya estaba decidido, mi destino ahora estaba en Los Ángeles con mi padre y su novia. Que por cierto se llama Raquel.

Ya había cogido varios trenes y estaba montada en el ultimo para llegar, sentí un pequeño escalofrío por los nervios. Llevaba 8 meses sin ver a mi padre, ¿como estaría?, ¿me querrá su novia? Eran preguntas que no paraba de rondar por mi cabeza todo el tiempo, pero no las podría contestar hasta que no llegara allí.

Acababa de llegar a la estación de Los Ángeles, todo estaba lleno de gente, pero yo no veía ni a mi padre ni a Raquel por ninguna parte.

Me empecé a asustar porque pensé que se habían olvidado de que yo iría. Pero justo en ese momento, vi a mi padre y corrí hacia el. Seguía igual de bajito, de calvo y de gordo que siempre, pero yo lo quiero igual. Me llevó hasta el coche, me subí y fuimos a casa.