𝑉𝐸𝑁𝑂𝑀| ᵉʳⁱᶜ ᶜᵒᵘˡᵗᵉʳ

──𝑃𝑅𝑂𝐿𝑂𝐺𝑂

ᵖʳᵒˡᵒᵍᵒ| ᵉʳⁱᶜ ᶜᵒᵘˡᵗᵒⁿ

El silencio era algo que reinaba últimamente alrededor de Hanna, las miradas juzgadoras y los susurros en su cabeza que le hacían saber que no estaba bien lo que hacía, ver el rostro ensangrentado de sus contrincantes era algo que la llenaba de placer y sabía que estaba mal, tenía miedo de si misma, pero lo que más miedo le daba era dejarse llevar de todos los problemas y matar a todo aquel que intentará hacer algo para dejarla a la vista de todos, su miedo era verse débil ante los de más, temia que la vieran perder, que el puesto número uno que tanto había costado alcanzar se convirtiera en un dos o algo peor.

Había hecho tratos y se había encerrado en una burbuja para no dejarse ver jamás derrotada, dormía cuatro horas al día y el resto del tiempo lo utilizaba para sobre entrenarse, no hacía algo sano que puediera ayudarla y con eso su nuevo miedo. Tenía tantas cosas que la asustaban a la vez, pero solo dos eran las que realmente no quería que nadie llegara a descubrir.

—Deja de pensar tanto y dispara— Había algo en aquella mujer rubia que hacía que la odiara tanto y mentiría si dijera que no deseaba con todo su alma verla pedirle perdón de rodillas.

—N-no puedo, el es mi hermano— Las risas a su alrededor se escucharon, las burlas y las miradas divertidas que le lanzaban. ¿Por qué no podían ver lo mismo que ella? ¿Por qué era peligroso su hermano?

—¿Tu hermano? El no es tu hermano Hanna, es un peligro para nosotros, acaso quieres dejar de ser la número uno, ¿Quieres que todos vean lo débil que eres realmente?— la adolescente se negaba a todo, sus ojos derramaban lágrimas y la presión en su cabeza solo la hacia sentirse peor.

El estaba hay, atado a esa silla de metal, con sus manos y pies amarrados, su rostro golpeado, y su ropa se lograba ver malgastada, ¿Por qué le hacían esto a su hermano? ¿Por qué ella tenía que hacerlo?

—Por favor no lo hagas Dai— La voz de su hermano la lástimaba, la manera en la que buscaba una salida a su alrededor, el simple hecho de verlo era el peor sentimiento.

—Iras con los abandonados si no disparas ahora Hanna— Su miedo crecía pero por más egoísta que fuera, su cuerpo hacia lo que pedían, no quería  matarlo, no quería cargar con ese peso.

—¡Dispara!— y así fue, su cuerpo accedió pero su mente no, el disparo sonó a su alrededor, cuando se dio cuenta de lo que había hecho el arma cayó de sus temblorosas manos, había matado a su hermano.

—Bien hecho Hanna— aborrecía a aquella mujer, y aunque le costará mantenerse de pie hubiera deseado escuchar otra voz antes de caer por completo siendo recibida por la oscuridad.