1 + 1 = 3

409 39 3
                                    

El invierno reposaba cómodamente en la ciudad haciendo match perfecto con las celebraciones decembrinas, un escenario perfecto para que el omega revelara su mayor tesoro al alfa. 

"Era ahora o nunca". Se graba aquella frasecita y la repite varias veces con la intención de animarse y salir de una vez por todas de los cálidos brazos de su Alfa. Lo mira antes de irse y sonríe tiernamente al ver algunos mechones desprolijos descansar en su frente, los toma por mero impulso y los peina hacia atrás, una vez que la zona queda descubierta la empieza a llenar con varios besitos ruidosos. Ante el contacto, el pelinegro se despierta, suelta uno que otro ronroneo y abre con sumo cuidado sus ojos, el amanecer estaba iniciando y la luz deslumbrante del Sol empezaba a colarse entre las cortinas hasta llegar a las cuencas marrón del alfa.

-Sigue durmiendo, alfa. -con sus ávidos y finos dedos oprime la punta de la nariz contraria obteniendo un gruñido apenas audible. -No me gruñas, alfa malhumorado. 

A la par, ambos sueltan una armoniosa carcajada. 

Jake, sin mucho esfuerzo, finalmente abre por completo los ojos encontrándose con la radiante imagen de su omega con el cabello alborotado y mostrando descaradamente la marca reciente en su nuca descubierta. –¿Te sientes bien, Hoonnie? ¿O es acaso esas náuseas "misteriosas" qué no dejan a mi omega en paz? –inquiere melosamente, pero al ver el rostro sorprendido del pálido suelta una segunda ruidosa carcajada. 

¿Cómo fue posible que Jake notara sus náuseas mañaneras, eh? Se suponía qué él había sido sumamente cuidadoso en no despertar al pelinegro cada vez que salía corriendo al baño qué incluso no prendía la luz para no molestarlo. Al parecer, nada de lo que había hecho fueron suficientes para despistar a su esposo.

–Descuida, amor mío. -canturrea burlón. Se sienta en la cama reposando su ancha espalda en las almohadas y fija su cálida mirada en la despistada vista del castaño. –No te forzare a que me des alguna explicación, Hoonie. –le regala una alargada sonrisa hasta el punto de formar la silueta de un corazón con su belfo superior. –Te esperaré todo lo que quieras, mi vida. –ante su distracción, el piel acanelada roza rápidamente sus labios carnosos con los pomposos del pálido sacándolo de su pequeño trance. 

No había opción, hoy tendría que ser el día tan ansiado para contarle la emocionante noticia a su alfa. Además, Sunghoon ya no tenía tiempo para seguir ocultando más su secreto. Y sin darle más vueltas al asunto encaró a su destinado. 

-Jakey… -el nombrado soltó un sonidito con la única intención de demostrarle que le estaba prestando atención a pesar de encontrarse a espaldas. –¿Qué piensas acerca de… tú sabés, d-de hacer hoy galletas de jengibre, eh? –el pálido soltó rápido y con las mejillas a explotar en carmín.

¡Malditos nervios, le estaban impidiendo enfrentar sus miedos! Por supuesto que él no tenía planeado hacer galletas de jengibre, pero su lengua traviesa se había adelantado enunciando lo primero que su mente había mecanizado para zafarse de aquella situación.

-Oh ¿en serio, Sung? –sin opción, el pálido asintió. –Bien, si eso es lo que mi omega quiere, eso se hará. –da por terminada la conversación. Sale de la cama y se encierra en el cuarto de baño para tomar una ducha mañanera. 

¡Perfecto, Sunghoon! A llamar a la linda Omega, madre de Jake, para pedirle su mágica receta de galletas de jengibre.

El castaño suspiró cansado a pesar de que el día apenas iniciaba. Si de por sí ya tenían toda la mañana ocupada para dedicarse de lleno a la preparación de la cena navideña, la cuál sería en la noche, ahora tendría que preparar por su cuenta galletas de jengibre. ¿Es que acaso existía alguien más cobarde qué él? Porque Sunghoon lo dudaba mucho, ¡Simplemente era decirle a su alfa qué estaba en cinta! ¿Tan difícil era?

Galletas De Jengibre [Jakehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora