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Jihyo entró hecha una furia a la cafetería, abriendo la puerta con fuerza. Afortunadamente, al ser muy temprano, no había gente aún. El local no tenía ni media hora de haber abierto.

Se acercó molesta a la barra, donde estaba la misma chica de ayer, pasando un trapo por la superficie. Tzuyu alzo la mirada, suspirando automáticamente reconoció el rostro enojado que se acercaba a ella.

La universitaria agarro un billete y lo azoto contra la barra, mirando desafiante a la trabajadora. — Véndeme un americano con cinco cargas.

Tzuyu rodó los ojos, molesta y empezando a mostrarse irritada. — Ayer ya te dije mil veces que no te lo vendería.

— ¿Y por qué no?

— Porque es mucha cafeína. — Respondió, con un tono aún más molesto.

— ¡Soy una clienta, se supone que me debes de vender lo que te pido!

— Por si no lo has notado, esto es un local extranjero. No nos conviene recibir una demanda porque una chica rara quiso tomar más café del cual su cuerpo puede soportar. — Tzuyu observó con molestia a Jihyo.

— Véndeme ese maldito café, ni que no te lo fuera a pagar. Aquí tienes tu dinero.

— Dios mío, dame paciencia. — La castaña se frotó su puente nasal, mientras cerraba los ojos, aún más irritada. — La cantidad recomendada para tomar de café son cuatrocientos miligramos, y la recomendada en una sola sentada son doscientos. Lo que me estás pidiendo que le eche a tu café excede esa cantidad. No lo hago tanto por evitar una demanda, nada me costaría prepararte el café y vendértelo como si nada, lo hago porque mi labor, desde mi punto de vista, no es solo venderte, también es cuidarte. — Jihyo miró con una expresión sorprendida a Tzuyu. — Es como las cajas de cigarros, traen imágenes de los consumidores apunto de ir a conocer a Diosito.

La surcoreana se quedó callada, y la otra se inclinó para darle unas palmaditas en la mejilla, a la vez que le regalaba una sonrisa. — Si quieres tanta cafeína, en el local de al frente está la promoción de tres latas de Monster por el precio de dos, esas traen ciento sesenta miligramos cada una. Tomarías cuatrocientos ochenta de cafeína si consumes las tres. — Volvió a hablar Tzuyu, para después darse media vuelta y concentrarse en otras cosas que no fueran atender a la universitaria.

Jihyo suspiró cansada, los nervios de haber tenido a la chica tan cerca de ella hicieron reacción cuando se dio cuenta de lo que hizo y la escena que le hizo a Tzuyu.

— Y-Yo... eh- vuelvo de-después. N-Nos vemos, te-ten buen d-día.

La trabajadora volvió a verla, dándose cuenta que la surcoreana dejó el billete que le había azotado encima de la barra. Lo agarro para mirar hacia el frente, pero Jihyo ya no estaba.

Lo miro detalladamente, antes de alzar los hombros.

Cuando volviera, se los regresaría. O se haría la que no había visto nada.

coffee shop » jitzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora