03 - coffee latte

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El tiempo en el que pasa actualmente la historia es en mediados de enero. Por eso se nombró que hacía mucho frío.

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Jihyo ya llevaba su café por la mitad, mientras que el de Tzuyu parecía estar entero. Sin embargo, Park podía apostar a que esa chica ya le había dado cuatro sorbos.

Después del encuentro que tuvieron ayer, la estudiante volvió a la cafetería cuando salió de sus clases. Pidiendo el café que Tzuyu le había regalado ayer, pero esta vez, claro que se lo iba a pagar.

Ahora, estaban sentadas en una de las mesas más retiradas del local. Tzuyu estaba en su tiempo de descanso y lo aprovecho para hablar un poco más con la surcoreana.

Debía admitir que esa chica de sonrisa gomosa y bonita le había llamado mucho la atención. Sobretodo con su lado terco.

— ¿Cuál es tu café? — Preguntó repentinamente Jihyo, mirando a los ojos a Tzuyu.

— ¿Hmm? Es un café latte. Pareciera que es un café con leche. — Observó el rostro curioso de Jihyo, una sonrisa escapándosele. — Pruébalo, sé que quieres.

Ya se estaba haciendo costumbre que las orejas de Jihyo se pusieran rojas, con una sonrisa vergonzosa, tomó entre sus manos la taza de café de Tzuyu y le dio una probada. La barista tenía razón, parecía un café con leche simple, pero sabía delicioso.

— ¡Está muy rico! — Dijo, antes de regresar la taza a la barista. Duraron un momento en silencio, hasta que Jihyo volvió a hablar. — ¿De dónde eres?

— Taiwán.

— ¿Por qué viniste aquí? — Cuestiona, Tzuyu ríe ante la repentina curiosidad.

— Por lo visto, eres una chica muy curiosa. ¿Todos los de derecho son así? — Tomó un respiro. — Mis padres son doctores, tomaron un cambio y nos mudamos aquí. La familia de mi mamá es dueña de la cafetería.

— ¿Cómo sabes que estudio derecho?

— Jihyo... la universidad está frente a la cafetería, además te vi salir de la facultad de derecho ayer. Aparte, la primera vez que viniste aquí, pusiste un libro de leyes en la mesa. — Respondió sencillamente.

La universitaria se le quedó viendo con curiosidad, por lo visto, la barista era una persona muy observadora. No perdió el momento para decírselo.

— Y por lo visto, tú eres una chica muy observadora. ¿Cuántos años tienes?

— Diecisiete, cumpliré los dieciocho en junio. ¿Cuántos tienes tú?

— Diecinueve, voy a cumplir mis esperados veinte en febrero. — Jihyo le sonrió, se llevaban dos años de diferencia. — ¿Qué quieres estudiar?

— Mmm... probablemente medicina, como mis padres. Incluso me llama la atención ingeniería civil. — Tzuyu se inclinó para tomar otro sorbo a su café. — Trabajo en las mañanas y en las tardes voy a la escuela.

Quedaron en silencio por unos momentos, sin encontrar que decirse. Jihyo, al tener una mejor visión hacia la ventana, se perdió un poco en los autos y personas pasando por el lugar, sin percatarse que una taiwanesa la miraba con fascinación.

"Es bastante linda... el lunar en su nariz es un detalle muy pequeño, pero también muy precioso. Sus ojos son tan bonitos... es hermosa" Tzuyu piensa, mientras seguía observando a la mayor.

— Te ves más despierta que hace días... las ojeras siguen siendo dueñas de la mitad de tu cara, pero te ves con más energías. — Jihyo miro a Tzuyu, pues esta había vuelto a hablar.

— Tal vez sea porque pude dormir bien, termine mi proyecto ayer. — La surcoreana suspira. — Una tonta línea de investigación, y para colmo me tocó un tema que es difícil de encontrar.

— Me alegra que hayas podido dormir bien, te miras muy linda con esa sonrisa.

Jihyo se sonrojó hasta las orejas, otra vez un cumplido sobre su sonrisa. Normalmente recibía cumplidos, pero el que la barista se los diga parecía tener un efecto distinto al de los demás.

— Muchas gracias, tú eres muy hermosa. Tus orejas son lindas.

Ahora fue turno de Tzuyu para ponerse roja. No recibía muchos cumplidos por sus orejas, de hecho, muchas veces recibió burlas por tenerlas de ese tamaño. Estas se asomaban por los lados de su rostro y tenía que ocultarlas bajo su cabello.

Si Jihyo ya pensaba que la taiwanesa era linda, después de verla sonrojarse, hasta ver cómo sus orejas se teñían de un leve color rojo, casi la hizo chillar por la belleza y la ternura que desprendía.

Sus ojos se conectaron, creando un mar de chocolate. Se sentía casi como en un sueño, como si el resto de personas desapareciera y solo quedaran ellas dos, ahí, dentro de esa cafetería con sus tazas aún sin terminar y sus corazones llenándose de la calidez que sentían darse solo estando junto a la otra.

Una campanilla sonó, anunciando que Tzuyu tenía que volver a su labor. Ahí fue cuando ambas reaccionaron, sacudiendo sus cabezas y parándose de sus asientos.

— Bueno... yo tengo que seguir trabajando. Fue muy lindo hablar contigo. — Tzuyu dice, y el corazón de Jihyo se aceleró aún más.

— Digo lo mismo. — Le ofreció una sonrisa.

— Que tengas buen día, cuídate mucho. — Tzuyu iba a darse media vuelta, pero un agarre en su muñeca la hizo parar.

Era Jihyo, que tenía un celular entre sus manos y parecía estar bastante avergonzada.

¿Podrías pasarme tu número?

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