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this is when the feeling sinks in
"aquí es cuando la sensación se hunde"









Hacer nuevos amigos no era la cosa favorita de Beatrice. Sí, era verdad que tenía muchos conocidos, pero la mayoría eran personas para nada cercanas a ella que había conocido en eventos o solo para tener más contactos. Bea era consciente de que si quería llegar lejos en el mundo de la música (y el espectáculo en general) debía hablar con la gente. Y era buena en eso. Después de años perfeccionando su técnica, sabía cómo actuar para agradar, y también para que no le pasaran por encima. Pero ser así con las personas que podrían contratarla para el trabajo de su vida no significaba que era así con todo el mundo. Tenía miles de conocidos e incluso era algo popular en la escuela de música, hablaba con compañeros, la invitaban a fiestas porque que ella estuviera ahí era equivalente a que sería una buena fiesta, salía cada fin de semana y podría decirse que tenía miles de amigos. Pero ella solo consideraba a dos personas sus amigas: Amelia y Sofia. Las únicas dos personas que la conocían de verdad y a las que les confiaría su vida. A Bea no le interesaba conocer a más personas de esa manera, estaba perfectamente así. Pero tal vez Kit Connor —el, algo famoso, amigo de Sofia— le haría cambiar de opinión.

Sofia quería muchísimo a Kit y eso a Bea le constaba. Lo conocía hace un año o incluso más, pero simplemente no se le había dado presentarlo a su amiga. Ahora que Kit había venido de visita a la ciudad para el estreno del musical en el cual Sof era protagonista en Broadway, era la oportunidad perfecta de presentarlos, y ella no la iba a desaprovechar.

—Por favor, sé tú misma con él. Yo sé que te va a gustar —dijo Sofia en llamada, mientras se subía al metro para llegar al hotel en el que se quedaba Kit para después ir al café donde acordaron verse. Bea atendía la llamada mientras se ponía rímel en las pestañas.

—¿Y qué pasa si yo no le gusto a él?

—Eso no va a pasar —Bea casi podía escuchar como la castaña hacía una mueca o rodaba los ojos.

—Ajá, ¿pero qué tal si sí?

—Entonces volverás a ser la Bea que eres con todo el mundo.

—Agh, está bien, está bien.

—¿Ves? ¡No era tan difícil! Nos vemos en una hora, beso.

Bea colgó la llamada y se vió en el espejo, ¿debería arreglarse mucho? Quería dar una buena primera impresión, pero no quería exagerar demasiado.
Se dejó el cabello suelto, no se había dado cuenta de cuánto creció en poco tiempo, pero le encantaba como se veía. A su niña interior le hacía feliz ello, se sentía como rapunzel.

• • •

Llegó a la cafetería diez minutos antes, había aprendido con el tiempo que ser puntual era algo importante. Y en una ciudad como Nueva York, era mejor llegar antes porque de otra manera siempre llegaría tarde.

Al llegar, Sofia la encontró casi al instante y saludó con la mano, Kit estaba detrás de ella.
—Oh, ¿llegamos tarde? Fue mi culpa, lo siento —habló él con un acento encantador mientras acomodaba la silla para que su amiga se sentara y él también lo hacía.

—¡No llegaron tarde! Yo llegué temprano, de hecho —Bea sonrió un poco y Kit le devolvió la sonrisa—. ¿Por qué dices que es tu culpa?

—Bueno, hubo problemas con la reservación del hotel y todo eso, pero nada grave.

—No seas mentiroso, ¡no tienes donde quedarte! —dijo Sofia y Bea frunció el seño— Yo le habría dejado quedarse en mi departamento, pero ya sabes..., comparto el lugar con mis compañeros de Aladdin y no creo que les encante la idea.

Sofia volteó a ver a Bea con unos ojos inocentes y fue entonces cuando la rubia entendió que quería que hiciera. ¿Cómo podía invitar a un desconocido a quedarse en su casa? ¡Estaba loca!

—De verdad, no importa. Estamos en Nueva York, seguro hay miles de hoteles donde me puedo quedar.

—Pero todos están lejos, tienen mal servicio o son muy costosos, ¿verdad, Bea? —Sof no dejaba de insistir.

—Mmm, bueno, eso es cierto —Beatrice alzó los hombros. Si Sofia confiaba tanto en él, bueno... ¿por qué no?—. ¿Supongo que no te importa quedarte en mi departamento? Tengo una habitación de sobra desde que Amelia se mudó, así que te podrías quedar ahí, si quieres.

Sof volteó a ver a Kit, entusiasmada.

—Oh, bueno...

—¡A Kit le encantaría! —habló la castaña y Kit asintió con la cabeza dudosamente.

—Está bien, cuando regresemos te muestro el lugar y te presto una copia de las llaves, Kit.

—Muchas gracias, Bea. De verdad, te lo tengo que recompensar—el chico sonrió y Bea sintió que se derretía—. ¿Saben que van a pedir? ¿Tienen alguna recomendación?

come back... be here ⸺kit connorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora