Capítulo 2

59 5 1
                                    

Gyuutaro despertó en medio de la noche. Su cuerpo estaba entumecido, sus labios resecos pero lo que más preocupaba era: se sentía cómodo. Se levantó rápidamente del futón provocándole mareo que se intensificó cuando una ola de recuerdos inundó su conciencia.

¡Ume!

Su querida hermana, ¿Dónde se encontraba? ¿Seguía con vida, verdad? Debía ser así, solo debía encontrarla.

- ¡Ume! - salió de la habitación casi derribando la puerta para ir abriendo habitación tras habitación hasta encontrar a la joven de cabellos blancos como la nieve acostada en un futón - Ume... Ume... Ya llegué.. - se acercó para comprobar su respiración.

En efecto, la joven seguía respirando.

El recordaba que su querida hermana fue quemada hasta terminar cuál carbón, ¿Acaso era un milagro de los dioses? ¿Finalmente se habían dignado a prestarles atención?

Gyuutaro no era una persona religiosa pero simplemente no podía pensar que esto no fuera otra cosa más que un milagro.

¿Habían sido salvados por alguien realmente o acaso estaban muertos? Quizás lo estaban, pues él tampoco tenía la herida que le provocaron esos cerdos desgraciados.

- Me alegro que hayas despertado. - Gyuutaro se sobresaltó y rápidamente se puso a la defensiva - ¿Cómo te sientes? La heridas que traían eran tan graves que no fueron nada fáciles de curar.

- ¿Quién mierda es? ¿Que quiere a cambio?

Era un tipo de pelo negro con puntas azules, ojos verdes, mandíbula grande, digna de un hombre, sin embargo su mirada era tan amigable que se podía confundir con una mujer.

- Mi nombre es Kotaro. Kotoha Kotaro.¿Cuáles son sus nombres?

- ¡No le interesa imbécil! Siempre las personas quieren algo a cambio de otra cosa. ¡¿Qué mierda quiere a cambio de salvarnos la vida?! - se puso alerta cuando el tipo frunció sus cejas pobladas un poco para mostrarse más serio.

- Tienes razón. Quiero algo a cambio...

- ¡Ja! Lo sabía. Diga qué quiere, rápido, ya veré si...

- Quiero saber sus nombres.

- ¿Qué? ¿Estás jodiendo?

- Bueno, no realmente. - su mirada volvió a ser tranquila, pacífica, perfecta, como originalmente lo era. Hizo una mediana pausa y comenzó a reír por lo bajo, burlándose sanamente - Si confías en mí no pasa nada. Pero dime, ¿Cómo te sientes?

Quizás fue el tono tan sincero y tranquilizante el que le hizo bajar la guardia. El que se hacía llamar Kotaro lo examinó de ojeada imaginando que el joven no le iba a permitir acercarse.

- Está bien. No te molestaré más. - sonrió nostálgico - Mi casa es tu casa. Así que ponte tan cómodo como desees. ¡Ah! Y llámame si necesitas algo.

Y así pasaron los días.

Sus interacciones pasaban de amenazas por parte del más joven a cosas más estúpidas como qué eran unas cuantos objetos que el adolescente nunca vio en su vida.

Gyutaro se sentía intranquilo por estar tan tranquilo. ¿Cuántas veces alguien no lo trató bien, le dió un par de objetos o algún trozo podrido de comida sólo para cobrarle hasta la respiración después?

La comodidad que la casa ajena le ofrecía era algo que nunca había sentido, era un lugar tan cálido, invadido por el frío del invierno y la nostalgia que abrazaba a su dueño. El trato tan diferente de Kotaro hacia él le hacía sentir que podía quedarse. Que era seguro.

Pero en todo este tiempo su adorada hermana menor no había despertado, así que mientras ella no estuviera consciente nada sería seguro, nada estaría bien.

- ¿Por qué no ha despertado?

- Su cuerpo necesita recuperar todas las energías posibles, la curación de todo su cuerpo la dejó agotada, es por eso que cada tres días tenemos que darle el medicamento. - medicamentos. Él y su hermana nunca tuvieron acceso a ningún medicamento, pero ahora.. - Ya que está totalmente curada tomará un par de días más para que despierte.

No tuvieron que esperar demasiado. Un día después, Ume abrió sus ojos. Presenciar aquello fue como verla por primera vez de nuevo. Kotaro sonrió conmovido, decidió retirarse de la habitación para darles privacidad al par de hermanos. Gyutaro estaba tan feliz que la abrazó olvidando que estuvieron heridos hace poco. Ella correspondió el abrazo.

Por los dioses. Su hermana seguía con vida. Aunque no lo aceptara ahora alguien los cuidaba sin pedir algo a cambio, también tienen casa, comida.

Gyutaro no creía que aquello fuera real. Se mentalizo para recibir algún golpe duro y eso iba a hacer con su hermana una vez se pudiera al tanto.

Lo había decidido. Se iban a quedar por qué no tenían ningún otro lugar a dónde ir.

Y sólo por si acaso... iban a dormir con cuchillos bajo su almohada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 11, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hermanos cazadores - Au Kimetsu no yaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora