Capítulo veintinueve

48 14 0
                                    

Dahyun nunca, en verdad, imaginó terminar perdiendo a su madre. Llorando a mares, salió del gran edificio. En eso, mientras estaba a nada de cruzar la calle, un auto negro estaciona, prácticamente, a su vista, al frente suyo. Enseguida, Chaeyoung baja la ventanilla del conductor. Se miran mutuamente por un momento largo. Los ojos de Dahyun vuelven a cristalizarse mientras se jalaba desesperada el cabello. Un abrazo. Un abrazo por parte de su amiga recibe cuando esta sale veloz del vehículo. Un abrazo largo. Dahyun solloza en su hombro. La tristeza era más que inevitable. Su corazón no daba más a causa del sufrimiento pleno.

– Estoy aquí. Estoy aquí para ti, Dahyun.

Dahyun sabe que Mina llamó a Chaeyoung. Lo sabe porque la vio con el teléfono en la mano para cuando salieron de la habitación en donde estaba internada horas antes su madre, oyó cuando llamó por su nombre.

– Ella ahora está en un lugar mejor, Dahyun. Vamos... Vamos a casa. Tomemos un café. Ven. Te abro la puerta del auto.

Chaeyoung le abrió lentamente la puerta. Apagando la radio de este, Dahyun se acomodó como pudo en el asiento del acompañante. Levantó un poco la ventanilla mientras trataba de parar de llorar. El frío viento golpeaba constantemente contra su demacrado rostro. Su cabeza dolía, ardía como el mismísimo infierno. Necesitaba un buen café amargo. Necesitaba descansar en el cómodo sillón en la sala de la casa de los padres de Chaeyoung. Necesitaba respirar el cálido olor hogareño de la casa de Chaeyoung. Realmente, lo necesitaba.

– ¿Y ella? ¿Dónde...?

Dahyun terminó adelantándose.

– Se fue a casa. Está con su familia. De igual manera, me dijo que... Cualquier cosa, la llamara. No lo haré. Prefiero quedarme sin celular. Prefiero quedarme contigo... Por ahora. –su risa tonta llenó los oídos de Chaeyoung.

– Eso es bueno, ¿no?

– Mmm... No tanto. –volvió a reír.

– ¿Quieres que compremos chocolate? Así lo acompañamos con el café.

– ¿A esta hora? ¿Crees que haya kioscos abiertos?

– Sí, hay uno cerca de donde estamos, abre 24 horas. Las 24, sí. –de nuevo, repitió. – Yo bajo. Tú quédate aquí. Pon algo de música... Si quieres, obvio.

Dahyun, sí, colocó algo de música, música relajada, por cierto. Cerró los ojos por un momento mientras se acariciaba la nuca contracturada. Suspiró. Estaba que se dormía ahí gracias a lo que estaba sintiendo. No aguantaría demasiado. Quería llegar ya. Tomar. Dormir. Solo eso. Parecer muerta por largas horas.

– ¿Te gustó? –su amiga preguntó mientras lavaba las tazas.

– Sí. Gracias por hoy. ¿Ya te vas?

– A dormir, sí. Buenas noches.

– Buenas noches, Chae.

Por suerte, se quedó dormida pronto.

– ¿Y Dahyun?

Chaeyoung se hizo a un lado para que Mina pudiera pasar. Enseguida, observó a Dahyun descansar serenamente en el sillón. Su respiración era de igual manera.

– ¿Cómo está ella?

Mina se mordió el labio.

– Mejor. Aunque bueno, perder a una mamá no es poca cosa.

– ¿Y su padre? ¿Qué sucedió con él?

– Preso.

Chaeyoung lo dijo sin asco. Le agradeció a Dios que un tipo como él, finalmente, estuviera encerrado en cuatro paredes. Dahyun pensó lo mismo. Su padre merecía eso y más.

– Preso... –Mina tragó saliva. No podía creer aquello. ¿Y ahora? ¿Su novia se quedaría sola? ¿Sola... En una casa inmensa? Carajo...

– No te preocupes. Dahyun se quedará por unos días conmigo, por lo menos, hasta que se encuentre completamente estable. Tampoco te preocupes por su casa. Ya veremos qué se hace con eso. Tranquila por eso. Yo me encargaré, Mina.

– ¿Puedo quedarme...?

– Claro, obvio. Iré haciendo el desayuno, entonces. Ve despertando a Dahyun, por favor.

– Seguro.

No bastó mucho para que Dahyun abriera los ojos. Reaccionó rápido.

– Mina. ¿Qué haces aquí?

– Vine a verte. Estoy preocupada por ti, Da.

– Creo que estaré bien, Mina. Regresa a casa. Tu madre debe estar muriéndose de preocupación.

– No, está bien. Ya le avisé. Voy... Me quedaré con ustedes, Dahyun.

– Bien. Quédate.

Dos mejores amigas enamoradas de la misma chica, y esta misma estando enamorada de una sola... ¿Qué podría pasar? Nada... Supongo.

(...)

A Imaginary Friend And A Rusty Flower [mihyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora