Memoria 2

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Conexión con otra vida...misma alma.

El sol se filtraba sobre las hojas de esos tan enormes árboles, bañadas de diferentes colores y llenando mi naríz con aromas salvajes, húmedos y frescos. Mis rodillas ardían recargadas en la tierra mojada llena de flora, ramas pequeñas, insectos apenas perceptibles y de un fluido rojizo proveniente de mi cuerpo al igual que del hombre que yacía recargada en el fuerte y grueso tronco de lo que parecia ser un roble.

Su mirada se encontraba fija a la mía, con sus ojos color miel que brillaban y temblaban con el esfuerzo de mantenerse concentrados a mí, sus labios color carmesí cubiertos con pequeños hilos de sangre temblaban al movimiento de su agitada respiración, tu piel que antes era besada por el sol, ahora se encontraba pálida y muy sensible, sus brazos que alguna vez se encargaron de llevarme en ellos y de ser escudo ante los peligros que nos enfrentamos, se volvían cada vez más ligeros, su cabello negro como carbón, perdía brillo conforme se hacía más lenta su respiración.

Lo reconocía pero no lograba recordar su nombre, su pasado ni él mío, solo estaba ahí, viéndolo a través de unos ojos que no eran míos, sintiendo dolor en un cuerpo que no me pertenecía y hablando una lengua que no conocía, sin embargo, sabía claramente que era yo, agonizando pero deteniendo mi muerte, mientras acompañaba a ese hombre que por alguna inexplicable razón, podía sentir nuestra conexión y amor, el cuál luchaba por mantenerse en este espacio mientras yo aún conservaba mi entrecortado aliento.

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Podía sentir como brotaban de mis ojos lágrimas calientes y caían bajo mis frías mejillas, el sonido del bosque que se extendía sobre mí, se iba apagando gradualmente, mi costado izquierdo conservaba el poco calor que emanaba mi cuerpo, dónde el único motivo era la sangre que fluía a través de una profunda herida provocada por un arma y por un enemigo del cual no tenía ningún conocimiento. Por más que sostuviera con mi mano derecha la punzante y desgarradora herida, no evitaba que fuera más lenta mi agonía, sin embargo, conservaba toda mi energía y mi deseo para estar todo el tiempo que me fuera posible y así poder guardar cada detalle del cuerpo, ahora inmóvil pero pacíficamente dormido del hombre que alguna vez amé y con el cual esperaba reencontrarme en mejores tiempos, en mejores vidas.

Todos mis sentidos se intensificaron por pocos minutos, donde me sentí más viva que nunca, ví, oí, sentí y respiré de una manera exuberante, después todo se cubrió de oscuridad y volví a decir mi nombre por última vez antes de sumergirme en mi pacífica muerte.

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