fiesta de bienvenida || 3

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parte 2.

Logro restabilizarme rompiendo cualquier contacto físico y alejándome por completo. La piel desnuda de mi espalda que hace uno instantes había sido cubierta por la mano de este dios de ojos grisáceos, ahora se encontraba con una sensibilidad impresionante.

La piel de gallina es horrible.

—Lo siento —logro pronunciar acostando a Keyla en el sofá como si nada hubiese pasado.

—¿Tienes frio? Tu piel está...

—Si, el aire acondicionado está prendido.

—De hecho no lo está —contesta en un deje divertido.

Yo para nada me estaba divirtiendo y mis mejillas se tiñeron de un leve color rosa.

¿Por qué diablos no tenía que estar prendido? Joder.

Keyla me tomo de la mano y sonreía mientras me miraba con diversión.

—Ellie —me llama Keyla—. Tengo sed. Traeme algo para beber.

—Te traeré agua y luego tomaras un café.

Ella hace una mueca de desagrado y me mira como si me hubiera salido una segunda cabeza.

—Evan, enséñale a esta chica lo que es divertirse, porfavor. 

—No necesito que nadie me enseñe a como divertirme, esta claro que esto no es diversión —me cruzo de brazos, completamente enojada.

—Ya, ya —suelta una risitas tratando de tranquilizarme—. Solo jugaba, ya se que eres como una madre en cuerpo de una adoscelente.

Suelta risita y tomo una gran bocanada de aire y exhalo.

—Iré a buscarte algo para tomar, no te muevas de aquí, ¿Oíste?

Ella no respondió solamente se acomodo en el sofá y asintió.

Me levante de mi lugar y le dedique una mirada se solayo para salir de la habitación negando con la cabeza.

¿Por qué estaba tan nerviosa?

Entre en la cocina buscando un vaso y una botella de agua, la cual no había ya que la heladera estaba llena de cerveza,  vodka y latas de frutas para hacer cócteles.

Deben estar jodiendo.

Maldeci por lo bajo y seguí buscando con la mirada por si no había visto bien.

—¿Necesitas ayuda?

Di un leve respingo en el lugar que espero que lo haya dejado pasar desapercibido y trago saliva actuando con naturalidad. 

—No, estoy bien —cierro la heladera y me acerco hacia el lavaplatos de acero dejando correr el agua de la canilla.

—No creo que esa agua sea potable.

—Por supuesto que si lo es —frunzo el ceño.

¿Por qué carajos tenía que haberme seguido hasta la cocina?

—El hermano de Thomas termino en el hospital con una infección por beber esa agua. Dudo que quieras que le pase lo mismo a tu amiga.

Cierro la canilla del agua y me doy vuelta para mirarlo.

—¿Y que sugieres entonces?

—Hay un almacén a una cuadra de aquí.

Asiento y reviso el horario en mi celular. Eran las 2 am y era peligroso salir a esta hora pero si llegábamos a ir a la casa de Keyla en ese estado su madre iba a hacer mucho más peligroso que salir a la madrugada.

mantenme lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora