II: Nido

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Al entrar notó a Juli tratando de taparse los oídos mientras lloraba con el estaba De paul intentaba torpemente tranquilizarlo pues él, al ser beta, le costaba entender el funcionamiento de las feromonas en Omegas no marcados y Di María quien apenas lo vio entrar salió corriendo pues quería intentar separar a su equipo de aquellos Holandeses pero tampoco quería dejarlo solo con De paul.

Messi corrió hasta el y lo tomó entre sus brazos para intentar tranquilizar al Omega menor que temblaba como una hoja de papel.

—Tráeme unos supresores por favor—le pidió al beta, quien corrió rápidamente a buscar lo pedido por el Omega mayor.

—No quiero hacerlo— hablo levemente asustado—tengo mucho miedo de que vuelva a pasar—se subió arriba del regazo del Omega mayor y lo abrazo como si fuera un cachorro que busca protección en su madre a pesar de que su madre no entendía lo que pasaba.

—No tienes porque hacerlo Juli, no tienes que hacer nada que no quieras y yo me encargaré de asegurarme de que ellos no te hagan nada—acaricio su cabello mientras tomaba en su mano la pastilla que le acercó De paul con el vasito de agua.

El Omega más joven pasó la pastilla  por su garganta y tomo un profundo sorbo de agua, tragándose las lágrimas mientras se tranquilizaba con las caricias de Leo y el suave tarareo de Messi lo hacía tranquilizarlo. De paul ya se había ido con otro par de jugadores para defender a su capitán y a Julián pues eran los únicos Omegas de la selección que quedaban allí.

Dibu entró con el ceño fruncido y su aroma claramente se podía distinguir lo amargo que se había vuelto. Para suerte del menor no noto la seria mirada del capitán hacia el arquero por aquel agrio olor, quien rápidamente intentó tranquilizarse pensando en las terapias que tenía con su psicólogo, cosa que logro.

—¿Y Enzo?—pregunto Juli con la voz cansada.

—Está en la enfermería porque un pelotudo el pego pero dentro de todo esta bien—se sentó junto a Lionel y los envolvió a ambos con sus largos y suaves brazos soltando su olor a Fernet.

—A veces siento como si ustedes fueran mis padres—soltó una leve risa mientras tenía sus ojitos cerrados no notando como ambos lo miraban levemente sonrojado pero con una pequeña sonrisa.

[. . .]

Luego de una hora de espera los jugadores ya estaban en el hotel descansando para tener energías para entrenar para la siguiente fase.

Emiliano y Lionel estaban en la habitación que compartían, más exactamente re acomodandola. Movieron las camas para que quedaran juntas y luego de eso lo primero que hizo el Omega es empezar a armar un nido levemente improvisado pero que simplemente funcionaba para el. El omega se quedó quieto mientras intentaba no pensar en lo que habían dicho aquellos Holandeses.

—Wow, nunca pensé que harías un nido—lo sentó en la cama con delicadeza pues parecía nervioso.

—Se que parecía muy tranquilo pero no lo estaba, Emi—soltó mientras un par de lágrimas caían de sus ojos—estaba tan... asustado que quise salir a buscarte e irnos de allá—yo... solo necesito esto—Emi lo mira con una leve sonrisa triste.

—Mientras estemos aquí, haré todo por protegerte a ti y a Julián—el mayor hizo un amague de replicar pero no lo hizo solamente sonrió un poquito, calentando el corazón de Emiliano—Ahora, si te hace sentir más seguro hacer un nido déjame ayudarte a armarlo, pulguita—el más bajo simplemente río.

—¿Eso también lo aprendiste con tu psicólogo?—Emi sonrió.

—No, la verdad que me sale solo—beso los dulces labios de su Omega mientras tomaba un par de ropas suyas para que el Omega acomodará en su nido.

Por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora