Capítulo 2

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Febo debía admitir que la celda era algo mejor que su cuarto sobre la termofolia. No era la primera vez en la prisión y no sería la última. No podían acusarlo de asesinato, no tenían ninguna prueba. Explicaría muy bien al arconte de Posidonia que él no había hecho nada. Pisístrato era un hombre comprensivo y justo. No castigaría sin evidencia.

Rebuscó en el doblez escondido en su muslo y sintió el metal duro de la llave. La única ganancia que podría lograr. No se las daría así porque sí. Al menos podría venderla por unas cuantas dracmas. Quizás era de oro. La cambiaría por comida apenas lo largaran. Las acusaciones no eran algo muy severo en Posidonia. Imaginó que saldría en libertad la luna siguiente.

Un soldado con el escudo imperial se acercó con un papiro en mano y comenzó a leerlo frente a su celda:

—Febo de Posidonia, en este acto se te informa de la acusación de homicidio del ciudadano Milciades de Delfas. Considerando la cantidad de testigos que te acusan y la alevosía del hecho, el tribunal imperial te encuentra culpable de los crímenes y, por lo tanto, sentenciado a pena máxima. No habrá posibilidad de réplica. La sentencia será ejecutada a la mañana en el Anfiteatro de Posidonia. Fin del acto. —Con esas últimas palabras el soldado volvió a enrollar el comunicado y se retiró, sonriendo por lo bajo.

Era imposible. «Pena máxima». Debía haber alguna clase de equivocación; miró en dirección a las otras celdas, los demás prisioneros permanecían dormidos o quizás muertos. Ninguno se dio por enterado del comunicado. Un viejo se arrastró en la celda contigua.

—Lástima, muchacho. Muy mal. Parece que mataste a alguien importante. Mal, muy mal —dijo el viejo con la voz ronca por falta de uso.

—Qué te degüellen, viejo. Yo no maté a nadie.

—Si el Emperador dice que mataste a alguien, entonces mataste a alguien. No hay caso que lloriquees. Su palabra es la palabra de un dios.


Las luces del alba se encendieron sobre la ciudad de Posidonia. Los destellos rebotaron en las casas revestidas de alabastro, en el ágora, en sus baños públicos decorados con tritones, en el templo de su diosa Posidenia sobre el monte de la Acrópolis, y finalmente en el gran Anfiteatro ovalado que podía albergar a más de diez mil espectadores. Sus gradas de mármol blanco comenzaban a ocuparse de a poco. Las velas que protegían a los espectadores del sol se desplegaron sobre sus cabezas.

En uno de los extremos estaba el palco imperial donde, en soledad, el máximo soberano y dios protector de su pueblo, reposaba en un diván. Un aura resplandecía sobre su blanco himation, decorado con finas figuras sobre los bordes. Era más hermoso que las estatuas de Praxiteles, y para su pueblo su carne era de mármol como la carne divina.

El espectáculo principal era la sentencia de los condenados a muerte por homicidio, el peor de los crímenes. Para evitar ejecuciones aburridas, el Dios Emperador y su séquito comenzaron a ofrecer espectáculos con el calvario de los asesinos; era una idea ingeniosa. Los hacían combatir contra ejércitos de animales salvajes; leones, jabalíes o bueyes enfurecidos por aguijones de hierro. Pero a veces no eran suficiente entretenimiento. El pueblo se aburría de ver los mismos destripamientos con diferentes caras, la sangre derramada era siempre la misma y los anfiteatros perdían espectadores. Necesitaban renovar el número y el Dios Emperador, sabio entre los sabios, había elegido a la alejada Posidonia para hacer su experimento.

Febo fue empujado con grilletes en tobillos y manos, encadenado a otros once supuestos asesinos por la Vía de Nereo que comunicaba la prisión con el ingreso al Anfiteatro. Los ciudadanos posidonios llamaban a esa la vía de la muerte antes de la muerte. La multitud se congregaba para arrojar todo tipo de insultos, frutas podridas y excrementos a los condenados, matando su dignidad y su derecho de ser ciudadanos. Los «defendían» unos guardias que se esforzaban por esquivar los agravios y los proyectiles, mientras azuzaban a los prisioneros para que apurasen la marcha.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2022 ⏰

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