Mary On A Cross

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Prólogo


Un apellido no solo es un nombre de pila asignado al nacer, sino que también corresponde a la reputación de una familia, una historia, un legado.

Pero para Enid Sinclair: una carga.

Una joven omega pura había bendecido a la familia; hija de un gran reino al norte de Inglaterra, un magnífico lugar rodeado de nevadas montañas, donde el frío castigaba en gran parte del año. Había sido criada en la total ignorancia de los lujos y riquezas que sus padres le brindaban, y mucho antes de poder ser consciente de lo que significaba tal título; su destino había sido escrito.

— Por favor, madre... — suplicó. — ten piedad y no me obligues a casarme.

— La decisión ya fue tomada, hija mía... para cuando se consagre tu próximo cumpleaños, hemos elegido a un prometido digno de la corona, y un buen alfa para tus cachorros.

No pudo objetar, su progenitora se marchó sin escucharle.

Lagrimas cegaron su vista, la tristeza la azotó y olvidada en la oscuridad de su cuarto, abrazó su soledad.

A veces deseaba solo ser hija de unos campesinos corrientes, una omega común... una chica libre.

No importaba cuantos lujos y caprichos le cumplieran, ni siquiera podía salir de aquel castillo a libertad. Era cautiva de su propia familia.

Además, de qué servía tanta riqueza, si después de todo nada de lo que tenía sería suyo, sino que de sus padres y próximamente de su pareja. Ella no era dueña de nada.

Su imaginación voló aquella noche, aferrándose a la idea de escapar e irse muy lejos, quitarse el collar invisible y recorrer el mundo sin nadie que pudiera reprocharle. Recordó su sueño de niña, tan idiota era en entonces... aunque muy en el fondo aún quería tener una pequeña casita en el bosque y un inmenso jardín, solo para ella. Un refugió, un hogar. Lejos de responsabilidades y de aquellos que solo la querían por ser una princesa llena de dinero.

Que injusta era la vida.

— ¿Puedes cambiar esa cara? — ordenó.

Sonrió sin ganas y su madre soltó un suspiró molesto.

— Recójanle el cabello, lucirá mejor su cuello. — ambas modistas asintieron y mientras una ajustaba su vestido, la otra acomodaba su cabello.

Me gusta suelto.

— Pero así se ve mejor. — con observadores ojos se acercó a su hija y depositó un delicado collar de oro en su pálida piel. Con solo verlo de reojo pudo distinguir una "S" en su floreada decoración. — Estás hermosa. — con un leve ademán ambas mujeres se retiraron. —Este es un tesoro que cada omega de nuestra familia ha heredado... yo lo recibí a tu edad, así que es justo que ahora sea tuyo.

Murmuró levemente en agradecimiento y conectaron miradas por eternos segundos.

Silenciosas palabras de tristeza fueron ignoradas por su madre, quién se mantenía leal a su tradición.

— No me vuelvas a decepcionar. — asintió apreciando el toque delicado de sus dedos en su mejilla.

Pero inevitablemente las lagrimas escaparon a borbotones, recibió un cálido abrazo para calmar su angustia. Uno comprensivo, distinto al resto.

No podía escapar de aquel destino y sin escapatoria alguna, su corazón había comenzado a hundirse en su pecho.

Por otro lado, la reina sabía la causa de su tormento. Un matrimonio arreglado estaba marchitando la felicidad de su hija, pero mantenía que era por su bien. Después de todo, siempre supo que Enid era una omega distinta al resto desde que la tuvo en brazos al nacer, inocente como ninguna, con una felicidad contagiosa y una belleza sin igual.

Debía protegerla, y lo único que podía hacer la reina en esta situación era elegir una adecuada pareja para su hija, una digna de su bondad.

Aún así no podía evitar sentir que todo estaba sucediendo muy rápido, hace tan solo unos meses la regañaba por correr descalza por los jardines... y ahora debía prepararla para ser cortejada.

Enid siempre fue una chica libre, un alma indomable. Pero para su desgracia sus padres eran muy cobardes como para protegerla, y ella como para huir.

Pero qué podía hacer ella con solo diez siséis años.

Oh pobre Enid, este mundo no merece tus lágrimas.

Pero mucho menos merece tan solo una de tus sonrisas.



...

Me la re viví con Enid, no lo voy a negar. Yo sufrí con ella en este capítulo. 

Tampoco voy a negar que borré 400 veces porque no me salía nada, al final terminé escribiendo en una hoja y tachando otras 400 veces, quedó un borrador inentendible para la mayoría, pero creo que tengo más o menos organizada la historia.

Este es solo un prologo un poco curioso. 

Pero estoy experimentando mucho con mi escritura, lo siento si no es agradable jaja

Ahora me tengo que acordar de terminarla x)


Paint it Black //wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora