III. Dulces navidades

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Atsushi se volvió a poner aquellos cuernitos de reno que tanto le encantaron hace exactamente 1 año, llevando consigo esa sonrisa encantadora que gritaba espíritu navideño a los cuatro vientos. Y bueno, el azabache era otro caso un tanto más frío como la nieve, pero que no dejaba de ser igual de blandito y resplandeciente.

Entre los dos, fueron de puerta en puerta llevando obsequios a las familias, muchas sorprendidas por el gesto. Se toparon con varias personas que les devolvieron el favor, es decir, ellos les daban su pequeño regalo y recibían otro pequeño regalo de igual manera, haciendo así un intercambio inesperado.

Sus dulces se convirtieron en otra clase de golosinas como galletas de jengibre o muffins de chocolate blanco, un par de bastones de caramelo con listones, ponche de frutas que les había encantado desde un primer momento, pastel de carne recién salido del horno, postres con sabores otoñales y montones de colores, tantas combinaciones de dulce, salado, picante y ácido u amargo.

Habían salido con las manos llenas y regresaron también así, sólo que con productos muy diferentes.

— Sigo sin entender qué es lo que haces– confesó el azabache yendo a abrazarlo otra vez, dar ese tipo de abrazos le encantaba — Eres tan lindo y amigable con todos aquí, incluso con el señor Norame que nos insultó ese día

— Bueno, tú me quitaste una pierna y acabaste siendo mi novio– sabía que Akutagawa le estaba viendo mal sin siquiera tener que girarse a verlo — Ay no, qué giros inesperados da la vida

— Y amo eso, me dio a la mejor persona de todo el planeta que me llena de amor cada que puede y adoro regresarle en favor, tan lindo por fuera como por dentro– halagó nuevamente — Apuesto a que si pudiera ver tu alma, sería una de las más hermosas en todo el mundo por no decir la ganadora

— ¿Ah si? ¿Cómo sería la tuya entonces?

— Un poco oscura todavía, pero estoy seguro de que la tuya la envolvería con su magnífico brillo y la transformaría en la mitad de una estrella, para luego hacer que la tuya también se convierta en una mitad, entonces así formamos una entera entre los dos

— Amo que sólo te tengo que dar cuerda y en menos de 3 segundos eres el ser más romántico de todo el mundo

— Yo amo que te dejes amar por mí

— Eso no tiene mucho sentido

— Para mí lo tiene

Verdaderamente ambos pensaban y creían con todas las de la ley que debían ser el uno para el otro, no tenían duda alguna ni siquiera teniendo en cuenta los percances de las fechas pasadas. Un par de problemas que tal vez fueron necesarios para llegar a ser lo que son hoy, confiando su vida en las manos del otro y cayendo con los ojos cerrados a un acantilado. Simplemente dejaban su corazón en las manos contrarias con la esperanza de que no se rompiera en fragmentos.

Amaban cada parte de su pareja.

— Te tengo una última sorpresa– murmuró el mayor, estaban tan envueltos en el ambiente amoroso que por poco se olvidaba de ello — Tú sabes que nosotros no tuvimos la mejor de las infancias ¿verdad?

— Si, sufrimos mucho de niños... ¿a qué viene el tema?– cuestionó entrelazando las manos del azabache con las suyas — ¿Quieres hablarme de alguna cosa?

— No, creo que no es tiempo de eso ahora– contestó, separándose por un momento — ¿Si pudieras regalarles algo a esos niños que por desgracia viven en las mismas circunstancias que nosotros de pequeños, lo harías?

Atsushi sintió que sus ojos se cristalizaban tan sólo con las primeras palabras, tenía sentimientos encontrados y de alguna forma le encantaba la sensación que eso le provocaba. Una sonrisa gigante no tardó en formarse, saltando a los brazos del azabache sin poder soportar la emoción que recorría su cuerpo nuevamente.

Algo mágico // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora