I. Gato congelado

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La misma mañana de toda la vida, sólo que muchísimo más helada que le costumbre y con un montón de lucecitas brillantes de colores iluminando la cuidad por completo.

Miles de canciones inundando las calles, cada una más pegajosa que la anterior, llena de una calidez contagiosa. Obviamente eran de sus favoritas, aún incluso si no eran épocas navideñas como ahora.

Y Atsushi no pudo contener su bella alegría por dicha fecha marcada en su calendario desde hace medio año, porque era más especial de lo que jamás creyó. Especial por ya no encontrarse solitario, sobre todo por estar rodeado de personas que le amaban de verdad.

¡Por fin era navidad de nuevo, gracias estrellas!

Literalmente se le veía rebozando de felicidad, felicidad, espíritu navideño y temblores por todo su cuerpo debido que salió a ver por el balcón en pijama y sin ningún abrigo para cubrirle. Pero no le importaba, aquello no sería impedimento para seguir sonriendo con ilusión.

Una suave tela pasó por sus hombros con delicadeza, sutil y lo suficientemente larga para cubrirle hasta las rodillas, por lo que aceptó con los brazos abiertos a pesar de estarse congelando, sin siquiera hacer el intento de apartar el cuerpo de la otra persona o girarse para averiguarlo.

— Ya te he dicho que no salgas así como así– le regañó el azabache, quien portaba su clásico abrigo largo y oscuro — Te puedes enfermar y eso no es lo que pedí por navidad ¿sabías?

— Ryu, pero es un dia hermoso– respondió con un puchero en protesta — Y es navidad, sabes cómo me pongo en navidad

— Si, lo sé– mencionó frotando sus hombros para que no se convirtiera en una paleta de hielo — Vayamos adentro, te convertirás en tigre congelado

— Bien, bien, tampoco quiero que te dé el patatús– se burló, pero no podía estar más feliz que en todo el año — Vamos, vamos, yo también te tengo un par de sorpresas

— Habíamos acordado que los regalos no eran necesarios mientras pudiéramos estar juntos– recriminó tomando su mano para obligarle a entrar a la casa — Estás frío, horriblemente frío

— Ay, son cosas superficiales– Akutagawa le miró retador desde la puerta de la habitación — Okey, si, siento que se me congelan mis huesitos, ya vamos a desayunar

Ambos se pusieron de acuerdo para encender la calefacción y a su vez abrigarse mucho mejor, porque esos calcetines de lana y los suéteres de pareja de Gin les había regalada no se iban a usar solos. Les hicieron burla todo el día, ellos lo tomaron como una aprobación de su relación, ya que no era muy común recibir regalos de pareja.

Por suerte, esta vez los líderes decidieron que no era necesaria una fiesta entre ambas organizaciones, y que podrían hacer lo que quisieran con la única condición de no hacerle daño a nada ni a nadie. Por amor a los bastones de caramelo, todo el daño que se hicieron fue tratando de envolver regalos para el otro.

No podrían estar más emocionados que hoy, por primera vez pasarían navidad con la persona que más adoraban en todo el planeta entero, y lo mejor de todo era que nadie los molestaría a ninguna hora del día porque todos ya tenían algo que hacer. Además, sería su primera navidad como pareja oficial.

Sólo ellos, la chimenea, el chocolate caliente y abrazados entre las cobijas. No existía nada que superara eso.

— ¿Me dejas poner Snowman otra vez?– preguntó el menor corriendo a poner la pequeña bocina en la sala — O bueno, lo que sea está bien pero es una muy linda manera de empezar el dia ¿no crees?

— Tú hazlo, no pasa nada ¿si?– dijo abrazándole por la espalda — El Cascanueces me gusta, después pon esa

— La música clásica es muy relajante, seguro que me duermo arriba de ti– respondió sonriente, volteándose para abrazarme mejor — Estaba pensando en algo...

Algo mágico // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora