❝ 𝙨𝙚𝙫𝙚𝙣 ❞ ༉‧₊˚✧
⸻ cuando enzo y lara se conocen a los
siete años, nada parece indicar una buena
relación entre ellos; pero todo cambia cuando
el destino los vuelve a cruzar.
"sweet tea in the summer
cross your heart, won't tell no other
and...
Lara y Josefina se encontraban jugando en el patio de la segunda nombrada, pero luego de unos momentos fueron obligadas a entrar, el sol estaba cayendo y el frío estaba empezando a sentirse.
Comenzaron a jugar a las escondidas, el típico juego que jamás las aburría.
Entre corridas, Lara terminó chocándose con Enzo, haciendo que este caiga de rodillas al piso y se lastime levemente.
— P-perdón. — Balbuceó.
— ¡¿Quién te invitó a vos?! ¡Nadie te quiere acá! — Gritó, y una lágrima de dolor corrió por su mejilla.
— Te pedí perdón, Enzo. — Las palabras del niño disparaban a matar, y sintió como su corazón se estrujaba.
— ¡Salí de acá! ¡¿No tenés casa o qué?! — Enzo continuaba gritando.
La madre de los hermanos se asomó por la puerta debido a los gritos, observando la escena.
Se agachó al lado de su hijo. — Ya va a pasar Enzo, te raspaste nomás. — Le acarició la zona con cuidado. — Ahora te traigo una curita.
— Josefina sacá a tu amiga de acá, nadie la quiere y viene a molestar a casa. — Soltó Enzo, con furia. Lara se sintió peor con cada palabra que salía de su boca.
— ¡Dejá de tratarla así! Fue sin querer. — Josefina decidió cortar con aquel griterío.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Lara, y le dedicó una mirada de arrepentimiento a Enzo. No entendía por qué le había dicho tantas cosas horribles, pero supuso que ella tenía la culpa, como siempre.
Luego de unos minutos, la madre del niño colocó una curita sobre su herida. — Ya está, en dos días está curado.
El timbre resonó por toda la casa y Lara agradeció en su interior que su madre la haya ido a buscar. Necesitaba ser salvada de esa situación.
La mamá de Enzo abrió la puerta y habló unos momentos con Laura.
— Vamos hija. — La llamó.
Lara se dió vuelta y miró por última vez a Enzo. — Perdón. — Susurró y salió de la casa, con prisa.
Rumbo a casa, Laura notó el ánimo decaído de su hija, pero decidió no hacer ningúna pregunta. Todo el trayecto fué hecho en silencio.
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25 de marzo, 2010
El timbre sonó en casa de los mellizos y su madre dejó pasar a Enzo, recibiéndolo con una sonrisa.
— Hola... ¿Está Lara? — Preguntó con algo de nerviosismo.
— Si. Está en su habitación, andá. — Le acarició el pelo con ternura.
Enzo se estaba arrepintiendo de haber ido, pero sabía que si no lo hacía, su hermana se iba a enojar a muerte con el, a tal punto de romperle su colección de Hot Wheels.
Tocó la puerta y esperó que Lara abra, mientras se acomodaba el pelo con sus manos múltiples veces.
La puerta se abrió y una versión de ella que nunca había visto se asomó por la puerta. Enzo reprimió una risa, no quería arruinar la situación una vez más.
Lara abrió sus ojos con sorpresa, y se arrepintió por no hacerle caso a su madre y cepillarse el pelo. Trató de peinarlo con sus dedos, sin obtener resultados.
— ¿Que hacés acá? — Preguntó con sus mejillas ardiendo.
— Venía a buscar a Lara, pero me atendió un espanta pájaros. — Intentó hacerla reír, pero en su lugar recibió una mirada molesta. — Bueno... te venía a pedir perdón por tratarte mal el otro día.
El corazón de Lara comenzó a latir con rapidez y su estómago comenzó a dar vueltas.
¿Enzo de verdad se estaba disculpando? No podía ser posible.
— Y... te traje esto. — Sacó del bolsillo de su jean una flor aplastada y seca. — Mi hermana me dijo que a las chicas les gustaban las flores, y yo... — Suspiró y decidió callarse, esperando una respuesta.
— Muchas gracias Enzo. — Agarró la flor, reprimiendo una sonrisa. — Estás perdonado.
Actuando por impulso, depósito un beso sonoro en su mejilla.
Le pareció ver una mueca de asco por parte del chico, y su corazon se estrujó, arrepintiendose inmediatamente de su acto.
— Bueno, chau.
Se dió la vuelta y caminó hacia la salida, dejándola con más preguntas que respuestas. Una parte de ella creía que Enzo se preocupaba por arreglar las cosas, pero siempre terminaba por demostrar lo contrario.
Y aún así, no sentía ni una pizca de odio hacia el pequeño.
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