20 de diciembre, 2008Lara guardaba sus peluches en bolsas, con ayuda de su hermano. Tener que abandonar su ciudad natal por cuestiones laborales de su madre no era lo que los mellizos deseaban, pero no tenían otra opción más que obedecer.
— ¿Creés que logremos hacer buenos amigos en la nueva escuela? — Lara no supo que responder a la pregunta de su hermano, pues tenía la misma duda. — Quiero amigos que jueguen a la pelota conmigo, como Nico — Un puchero se formó en su boca.
— No sé Agus, espero que sí... — La expresión de tristeza se notaba en el rostro de ambos, que a pesar de tener tan solo siete años, sabían que no iba a ser fácil adaptarse a otro colegio, más aún cuando recién estaban terminando segundo grado.
Horas mas tarde, estaban emprendiendo viaje a San Martín, una ciudad que según su madre, era mucho más linda que la anterior.
•◦ ◦•
Bajaron del auto admirando lo que parecía ser su nueva casa. No estaba nada mal, su madre estaba en lo correcto.
— ¿Les gusta? — Abrió el baúl del auto, y sacó tres valijas. — Traté de buscar una con un buen patio, sé que les encanta jugar afuera. — Sonrió y se acercó a la puerta para abrirla. — Entren y miren un poco, yo voy a seguir bajando las cosas.
Los pequeños, asintieron, y entrelazaron sus manos, adentrándose a su nuevo hogar. Quedaron asombrados por lo grande que era el living de la casa, realmente no estaban acostumbrados a tener tanto espacio. Agustín ya comenzaba a visualizarse jugando y corriendo por toda la casa, y por aquel gran patio que se dejaba ver a través de los ventanales.
Sin embargo, a Lara no le gustó nada la idea de dejar todo atrás, y una inevitable lágrima corrió por su mejilla.
— No quiero. — Soltó la mano de su hermano y rápidamente se escondió en su hombro, sollozando. — Volvamos a casa. — Agustín enredó sus brazos a su alrededor y acarició su espalda.
— Mirá el lado bueno, hay mucho espacio. — Habló, emocionado. — Cuando tengas amigas nuevas, podés traerlas a casa y jugar con ellas, sin tener que molestarme con el ruido. — Intentó animarla un poco.
Lara pensó que tenía razon, antes compartían habitación y era muy difícil invitar a sus compañeras a jugar, puesto que Agustín siempre se quejaba de los ruidos molestos.
Se limpió las lagrimas y trató de sonreír, no quería que su madre la volviera a retar por no aceptar su nuevo futuro.
•◦ ◦•
Llegada la noche, ya habían terminado de acomodar una gran parte de las cosas.
— ¿Tienen hambre? Cuando pasé por la esquina ví que había un restaurante bastante lindo. — Laura sabía que las cosas eran muy difíciles para sus hijos, y por eso pensó que sería buena idea ir a conocer nuevos lugares.
— ¡Sí! — Los niños asintieron al mismo tiempo, sus panzas rugían del hambre.
Sin pensarlo dos veces, se asearon y salieron de la casa. Los hermanos observaban con curiosidad cada hogar que los separaba del restaurante, viendo como la mayoría de ellas tenía luces navideñas por todas partes, anunciando las fechas festivas.
La caminata no duró más de cinco minutos, pues el lugar quedaba bastante cerca.
Entraron y lo primero que vieron, fue un castillo inflable en el fondo. Enormes sonrisas se dibujaron en sus rostros.
— ¡Mami! — Lara señaló aquel sector. — ¿Podemos ir a jugar? Porfis. — Las manos de la pequeña tironeaban su remera, en forma de súplica.
— Vayan, pero en un ratito vuelvan, tenemos que pedir la comida.
Sin pensarlo dos veces, los mellizos corrieron hacia aquel lugar, donde no sólo se encontraba un castillito, sino también un pelotero gigante.
— ¿A cuál vamos? — Agustín le pregunto a su hermana, con los ojos brillosos, pero otra voz le respondió en su lugar.
— A ninguno, nosotros llegamos primero. — Un nene se asomó por la entrada del castillo. Lara se sintió intimidada, y por inercia se escondió detrás de su hermano.
— El lugar no es de ustedes, podemos jugar juntos. — Agus intentó convencer al otro nene, quién lo miraba con semblante serio.
— Dejalos, Enzo, tiene razón. — Se escuchó la voz de una niña, y Lara volvió lentamente hacia su posición inicial. — Podemos jugar todos, además es más divertido.
Enzo suspiró rendido, y miró mal a su hermana, para después dirigirse a los mellizos. — Está bien, pueden pasar, pero con mis reglas. — Al decir eso, recibió un palmazo en la nuca por parte de Josefina.
Agustín y Lara se descalzaron con rapidez y subieron al castillito.
Media hora más tarde, todos habían entablado una relación de amistad. Menos Enzo, que miraba con profundo odio a la melliza.
— Hay olor feo. — El chico miró de arriba a bajo a Lara, quién se sintió extremadamente incómoda. — Me parece que alguien se hizo pis. — Entre risas, Enzo se burló de ella.
— ¡Mentira! ¡A mí ya no me pasa eso! — Sus ojos se llenaron de lágrimas y Jose, su nueva amiga, le dió una mirada asesina a su hermano.
— Dejala tranquila, le voy a contar a mamá — La niña amenazó a su hermano y él se calló inmediatamente.
Sin embargo, Lara salió del castillito con prisa, seguida de su mellizo.
•◦ ◦•
Ya terminada la cena, los tres estaban saliendo del lugar cuando, Josefina llegó corriendo y se posicionó al lado de la menor.
— Mi papá es el dueño de acá, podés venir cuando quieras — Le dedicó una sonrisa tierna. — Perdón, mi hermano siempre es así al principio.
Lara la abrazó y le prometió volver. Y obvio que lo iba a hacer.
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𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍 ━ enzo fernández
Fanfiction❝ 𝙨𝙚𝙫𝙚𝙣 ❞ ༉‧₊˚✧ ⸻ cuando enzo y lara se conocen a los siete años, nada parece indicar una buena relación entre ellos; pero todo cambia cuando el destino los vuelve a cruzar. "sweet tea in the summer cross your heart, won't tell no other and...